Morir el sol

(Jotabé hexadecasílabo lipograma sin la vocal «a»)


Nubes grises se refunden entre los destellos rojos
de un crepúsculo que crece como crecen los hinojos.

En el horizonte curvo confluye sinuoso el viento,
me detengo en el sendero, reverencioso momento,
en que viento y horizonte conciben el sentimiento
de este tiempo vespertino sobre el cielo ceniciento.

El sol se esconde en silencio por los límites del monte
se ven los destellos limpios cubrir todo el horizonte.

Veo el sol tibio morir en el cenit de mis ojos,
lentísimo pierde luz, y en el espíritu siento,
que de noche es su fin, que en lo oscuro no remonte.



Nada queda de ti

(Jotabé)


La ciudad se despierta con los ruidos
de los coches, las puertas, los ladridos…

Nada queda de ti, tu ausencia vana
deja paso al vacío y deshilvana
la noche en que te tuve aún cercana
y ahora te despido en la ventana.

Adiós, amor, adiós, ya me olvidaste,
y silenciosa al alba te marchaste.

La ciudad se despierta entre sonidos,
nada queda de ti, pero mañana,
recuerda que te amé y que tú me amaste.



El abismo del loco

(Jotabea con versos franceses)


Puedo ver y sentir en el aire tu gloria,
me resulta balsámica a tenor de mi historia.

Escarpados mis dramas siempre tan inconfesos
descubren mis pecados y banales excesos,
y en cuevas los escondo por ser ruines y aviesos,
solitario camino como el quebrantahuesos.

Por eso de tu gloria me guardo siempre un poco
para cuando me pierdo, me turbo o me equivoco.

Mas busco en el barranco hondo de la memoria,
el recuerdo que tengo de tus últimos besos
y sin probarlos, caigo, al abismo del loco.