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Directorio de poetas que escriben en Rima Jotabé



Rima Jotabé



Directorio de poetas que escriben en Rima Jotabé en lenguas diferentes al Español

Directorio de Poetas que escriben en rima Jotabé en español
 
 
HEBERTO DE SYSMO
 
Poemas
 
Heberto de Sysmo

José Antonio
Olmedo López-Amor

«Heberto de Sysmo»

Benisanó, Valencia (España)

Dádiva

(6 Jotabés)

«En los médanos crecían místicos sotos blancos»
Miguel Romaguera


Una planta nació en un tiesto seco
y donde nada había, sino un hueco,

brotó una flor hermosa que fascina
a mi padre y mi hermana, a mi vecina,
pues su bello color, a la mohína
pátina de los días, mortecina,

doblega y amortaja, como en mí
tu recuerdo en la caja, madre, sí.

Todo veinte de mayo escucho el eco
de tus palabras últimas, tu fina
voz, tibias manos, labios carmesí.


Esa huérfana flor me lo recuerda.
Parecéis notas de una misma cuerda.

¿Puede que algo silvestre, don del cielo,
me recuerde a tus ojos y tu pelo?
Esta dádiva azul dora mi duelo
con su fragante aroma y terciopelo.

¿Cómo un presente así, nunca pedido,
puede dejar a un hombre malherido?

Pienso en ti y hay dolor, todo concuerda,
tomo a esa humilde flor como escalpelo
y en canal mi pecho abro, arrepentido.


Me reprocho el desdén, las discusiones
que tanto separaron corazones.

Hay silencios que duelen una vida.
Siempre estabas despierta, prevenida,
a mi lado en los golpes y en la herida:
ora estás —para siempre— tan dormida…

Aspiro a tu perdón sin merecerlo,
¿cómo tocar lo puro sin romperlo?

Irredento y esclavo de pasiones
cuento tu historia a voz encanecida
y sé que nunca dejaré de serlo.


Estos versos son dagas blanquecinas:
un llanto en los escombros de mis ruinas.

Deseo ser un niño entre tus manos,
jugar con tu cabello, con lozanos
rizos, crespos, antes que sean ruanos:
tu amor siempre nos hizo más humanos.

Son múrices palabras estas rimas,
las luces que proceden de mis simas,

mensajes para el cielo, golondrinas
heridas por dolores inhumanos,
dolores que —en silencio— tú sublimas.


¿Cómo poder volver a estar contigo,
si eres eternidad, y yo, aquí sigo?

Delante de esta flor hoy rememoro
recuerdos de la infancia que son oro,
palabras elocuentes como un coro
que en sinfonía curan cuanto adoro.

Un nexo umbilical aún nos une
aunque de vernos juntos nos ayune

esta distancia, pero te persigo,
te alcanzo en las palabras y te añoro:
un doloso poema nos reúne.


Hoy es veinte de mayo y estoy solo,
ante esta flor, en verso, así me inmolo.

Mis culpas y mis cargas son de magros
tallos, gruesas raíces, libres pagros
surcando océanos, sabores agros,
grises: quiero ser libre como onagros.

Solo el dolor nos hace ser poetas.
Solo esta flor existe en mil planetas,

flor de amor que en mi verbo así acrisolo,
pues nadie sospechó que los milagros
pudiesen ocurrir en las macetas.


(Jotabé ganador del Segundo Premio del XII Certamen Poético Internacional Rima Jotabé)




Disputa lírica entre caballeros con la Rima Jotabé como objeto de la discordia


«Es necesario saber que la guerra es común y la justicia discordia, y que todo sucede según discordia y necesidad».
Heráclito


(Detractor)


I

Usar métrica y rima os compromete
¿acaso veneráis el sonsonete?

He intentado leer vuestro poema
y he tenido urticaria, picor, flema,
ese texto, de vos, es un problema,
jotabé lo llamáis, bonito lema.

Vuestro ardid es muy viejo y mucho polvo
contiene, mientras leo, desempolvo

recetas caducadas que en un brete
os colocan, cambiad ya de sistema
o solo aspiraréis al rapapolvo.


(Partidario)

II

Razón tenéis, ilustre caballero,
las rimas se reiteran, mas primero,

lucidor pareado es quien comienza
la aventura con aires de Provenza,
arcaica consonancia es la que enlienza
colores, su eufonía no hay quien venza.

No tengáis vergüenza en reconocerlo,
seguro vos la amáis aun sin saberlo.

Tetrástrofo como ordalía, empero
su terzo es el broche que a todo trenza
¿o no tenéis destreza para verlo?


(Detractor)

III

Yo solo veo encorsetadas bridas
que aprisionan el verso y contenidas

llamas son impedidas del incendio
necesario, doler es estipendio,
pero también, ser libre es un compendio
que reprimís con diques de antipendio.

Dejad correr al potro esclavizado,
no le infundáis temor, su don es dado

para ser sin minar sus estampidas,
censurar un poema es vilipendio
castigado con verso mutilado.


(Partidario)

IV

¿Acaso defendéis el verso libre?
¿Por qué no permitir que la voz vibre?

La aséptica blancura del moderno
cambia la primavera por invierno,
su discurso convierte en subalterno
al autor o lector de su eco eterno.

Una rima perfecta es melodía,
cuerpo que estructura a la poesía.

No encuentro un arma de mayor calibre
ni sinfonía de más fuego interno
que la palabra hilada en armonía.


(Detractor)

V

La belleza no entiende de patrones,
¿por qué manchar pureza con tachones?

En la aliteración muere lo nuevo,
la sorpresa jamás toma el relevo,
vuestro poema es clara, nunca huevo:
filisteas técnicas del Medievo.

Solo sorprende aquel imprevisible
que no doma su ímpetu a lo fungible.

Olvidad los conciertos fanfarrones
y buscad la verdad que yo promuevo
pues su fuerza parece inextinguible.


(Partidario)

VI

Por favor, no seáis tan arrogante
y escuchad vuestro pulso CONSONANTE.

Hasta vuestra sangre fluye armoniosa
como el ritmo invisible de una prosa,
dejad vuestra manía cochambrosa,
la espina es vuestro verso en una rosa.

Vuestra crítica será la bravura
que reconoceréis en mi escritura.

Desdeñad ese átono talante,
no soporto vuestra acritud pomposa...
Creo que no conocéis la hermosura.


(Detractor)

VII

De hermosura yo os hablo, una tan pura
que jamás captará vuestra impostura.

Jamás podrá atraparse la belleza,
ni se podrá invocar, por más destreza
que prometan manuales, pues tristeza
contagia la verdad cuando tropieza.

Pero ¿qué sabréis vos de cuanto digo?
Si al disentir me veis como enemigo.

Amo a la libertad y la blancura,
pues en lo imprevisible está la alteza
que nunca robaré y feliz, mendigo.


(Partidario)

VIII

Mis rimas: vuestros miedos dibujados;
mar de sonsonetes aliterados.

Yo soy hermano de ellos, los acuno,
mientras que vos no toleráis ninguno,
sois cual vuestra insolencia, inoportuno,
no soy vuestro plebeyo y vos, tribuno.

Un artista no debe molestarse
ante la antigua forma de expresarse.

Debe abrazar los credos olvidados,
conciliar los géneros sin ayuno
para aprender, crecer y reinventarse.



Si hallaron santidad en su agonía


(6 Jotabé)


Cuando el ser que más amas se ha marchado
tan lejos y tan siempre de tu lado,

no hay abrazo o consejo, no hay caricia
que serene el dolor por su injusticia.
Nada aplaca el pesar, solo la albricia
de volverle a abrazar, ser su primicia.

Cuando acaba un amor, tu mundo entero,
sin expresarte un último `te quiero´;

cuando el suplicio es mar atormentado
y lloras su recuerdo, luz ficticia:
la sangre regurgita en tu tintero.


Las palabras se apuran a salvarte,
se suceden, se empujan, pero el arte

no perdona al dolor, le exige oficio
para ahuyentar el mal con su artificio.
Quieres tapar, curar ese orificio:
algo debe morir en sacrificio.

Quieres exorcizar a tus demonios,
con vacía impostura, testimonios

carentes de verdad, para engañarte,
pero a dios no se engaña, no hay resquicio:
conoce ya los trucos babilonios.


Poeta es quien se muere en la palabra
y con ella compone `abracadabra´.

La verdad del que escribe se padece:
así es como un poema te estremece.
Un verso, descerraja y adolece.
Su viva herida para siempre crece.

No podrás engañar a quien, sufrido,
de una muerte segura ha revivido.

El dolor, en su música, apalabra
ese mortal veneno que arborece
en la lengua del que ama, al que han herido.


Cuando nunca verás a quien, por verle,
dejarías de ver para quererle,

comprendes el valor de cada cosa.
Sabes que no hay hogar si no hay fogosa
lumbre de cariño, si no hay gozosa
comunión, lealtad maravillosa.

Sabes que sin sus ojos, su esplendor,
los objetos carecen de valor.

Nunca jamás vas a volver a olerle,
un día olvidarás su tez hermosa;
con palabras, querrás decirle: `amor´.


No emociona quien quiere, ni se cura,
a través de la lírica hermosura

de un poema latiendo, hay que sangrar
como el toro que lucha por matar
a quien lo está matando, hay que manchar
con nuestra sangre el verso, hay que cantar

como el pájaro al viento, ágil, desnudo.
Solo así, quien te escucha, queda mudo.

Tiene su propio premio la locura
para aquel que a sus fueros osa entrar:
es tal vez el silencio, ungido y crudo.


Sabes que quedarás en la ignorancia
sin ese magno amor y su fragancia.

¿¡Pero cómo vivir y redimirnos!?
Sin su mágica luz, sin bendecirnos;
su ausencia nos invita a extinguirnos,
ya nada, después de eso, podrá herirnos.

Escribe tu verdad, y en tu porfía,
será cada palabra idolatría.

Dios otorga a los buenos su sustancia,
a seres que jamás podrán decirnos
si hallaron santidad en su agonía.


(Poema ganador del Primer Accésit del IX Certamen Poético Internacional Rima Jotabé)



No la rosa


(6 Jotabé)

«La ardiente y ciega rosa que no canto,
la rosa inalcanzable».
Jorge Luis Borges


No la rosa, no el beso: no los quiero;
siempre he sufrido más por ser sincero.

La verdad no se dice, se evidencia
en los ojos, la risa, en la presencia
de un algo por decir, clarividencia
del mundo, que en silencio, es alta esencia.

Tú dices que nos une la palabra,
que con su falsedad, belleza labra

y siembra la esperanza en nuestro fuero:
quizás superchería, quizás ciencia,
mi pecho tan herido quizás abra.


No la rosa en mis manos, sino espina,
encuentra en mí, si no amo, quien con fina

caricia amor me brinda: yo lo aprendo.
Aunque hay tanto de amor que no comprendo
que queriendo ser rosa estoy ardiendo
sin saber lo que soy, volviendo, yendo,

fingiendo ser mejor por no amar tanto,
por no ser vulnerable por el canto

de un cisne que no existe y nos conmina
a ser quienes no somos, presumiendo
que amando ahuyentaremos el espanto.


Si todo cuanto sé, contradecirse
puede con solo un aforismo; asirse

esperanzado a la sabiduría
que empodera; venderse a la eufonía
del orgullo —sospecho— no es la vía
sino de averiguar que no sabía.

Obstinarse en ser más que los demás,
buscar lenguajes nuevos, voces que has

de romper, reconstruir, ver convertirse
en armas de un rencor que no estaría:
carece de sentido si eres, das.


Si eres verbo de abrazos, conjunción
que hibrida diferencias, la función

de una esperanza que preserva vida:
vida se, ensánchala y predica; olvida
el negro instinto, no la rosa; cuida
de esa hermosa gramática —que herida—

prebenda da a aquel que se consagra
a su misterio; pues decir, deflagra

y su fuego es la luz, no quema: unción
de una belleza intuida y consabida,
desnuda en la palabra, que es bisagra.


Al amar lo decimos, nos decimos,
lo digo en cada verso; nos mentimos

si somos como dicta el fiero instinto,
la doma del lenguaje hace distinto
amar, libera de su laberinto
de misterio a almas mudas en sucinto

hablar de parcas formas, pues quien ama,
encuentra para el pájaro la rama

que invita a alzar el vuelo, no fingimos
ser otros, más felices: fuego extinto
que sigue recordando que fue llama.


La rosa del amor y del lenguaje
es rosa que no existe, solo el traje,

un símbolo arbitrario que solemos
usar a nuestro antojo: no sabemos.
Palabra es lo más cerca que estaremos
de lo bello, sin ella enloquecemos.

Si la palabra `rosa´ es otra cosa
y no la flor que crece, erguida, hermosa,

mentira es cuanto forma este mensaje,
mentira de verdad, pues florecemos:
flor es cuanto florece, no la rosa.



El resplandor

(Jotabé)


I
(Anciano)

Ya no recuerdo en qué momento fuimos,
si acaso nos odiamos o quisimos.

Cincuenta años de amor se resquebrajan,
incontables heridas aventajan
a nuestra hermosa vida; suben, bajan,
recuerdos que emociones descerrajan.

Perdieron su valor nuestros tesoros;
sin sueños, mutilados, insonoros.

Por más que protejamos los racimos
el tiempo encuentra vetas que amortajan
la uva de la vida en nuestros poros.


II

El tiempo ya cosecha en su balance,
pretende clausurar este romance;

y yo que he sido fiel a mi promesa,
¡a mi cita no falto! Nuestra mesa
sigue llena de flores, ¡mi alma pesa!
Tu incólume belleza sigue ilesa.

Reloj que jamás eres compasivo,
bien sabes que por ella yo estoy vivo;

inventa alguna argucia y tras tu lance
permite que yo entienda lo que expresa,
¡arranca este dolor superlativo!


III

Unos chicos —que dicen ser mis hijos—
me conmueven besando crucifijos;

evocan sus palabras la ternura,
¡oscuridad! ¿¡Por qué eres tan oscura!?
Intuyo que tras ellos ya fulgura
una verdad profunda, viva y pura.

Miro sus caras, siempre traen rosas
que mojan con sus lágrimas dolosas.

Sus luces guardo en breves escondrijos
y compartimos toda la amargura;
saber y no saber por qué las cosas.


IV

Mientras busco una flor que regalarte
te alejas, no sin antes persignarte.

Parece que recuerdas la rutina
de rezar a ese dios que se empecina
en separarnos, su silencio mina
tu hermosa voluntad ¡maldad mohína!

Y yo —que no soy dios—, tan sólo humano,
obraría el milagro si mi mano

pudiese al fin traerte y despertarte.
Esta tristeza y desazón arruina.
Este sentir; antiguo amor profano.


V

¿Cómo sobrevivir tu despedida,
si mi ilusión, sobre la tuya anida?

Si al propio autor su verso sobrevive,
se tú mi verso, amor, ¡y vive! Vive;
enciende el ascua, rémora en declive,
tu barro esculpa nuevamente Orive.

Una caricia tuya desescombra…
¿Qué ocurre? ¡Sí! Una gran voz me nombra.

El limbo donde estoy es sin salida,
mi canto, a la derrota ya es proclive
y vuelvo a sumergirme entre la sombra.


VI
(Anciana)

Recuerdas para ser tal como has sido
pues somos lo que siempre hemos sufrido.

En tus ojos, contemplo la deriva
de una pasión, antaño intempestiva,
esta tortura es cruda, irreflexiva;
olvidar todo en calma fugitiva.

¿Qué hago aquí? ¡Mi vida es tan incierta!
Las olas rompen contra nuestra puerta.

Te quiero sin saber que te he querido,
grabada a fuego tengo esta misiva,
amar sin comprender, incluso yerta.


VII

Prometimos amar hasta la muerte
pero esta muerte, amor, ama lo inerte;

pensamos que el amor dura una vida,
¿pero cómo encontrar la fe perdida?
Si no hubo aviso previo a tu partida,
si no hubo adiós ni justa despedida.

Entre vida y muerte, nuestro presente,
robado y quebrantado impunemente.

El hombre de mi vida y de mi muerte
espera conmovido la salida
del laberinto cruel de nuestra mente.


VIII
(Anciano)

¡Por fin nuestro Señor es compasivo!
Quizá este abrazo sea decisivo.

(Anciana)
¡Amado mío! ¡Tanto te he esperado!
Creí que ya no estabas a mi lado.
Ya tienes el cabello plateado,
incluso estás más guapo así arrugado.

(Anciano)
Mis brazos te rodean, no lo creo,
he soñado con ver esto que veo.

(Anciana)
Tan trágico es volver, tan abrasivo,
como marchar de nuevo a ningún lado,
es algo inevitable que trasveo.


IX
(Anciano)

Aprovechemos pues, muramos juntos,
no quiero más la vida de difuntos.

(Anciana)
Lo mismo pienso, pues ya nada importa,
cada palabra nuestro tiempo acorta,
tengo un veneno que el descanso aporta;
solución cuando ya no se soporta.

(Anciano)
Matilde eras, ahora eres Julieta,

(Anciana)
tú mi Romeo, ¡apriétame! Aprieta.

(Anciano)
Culpables somos, cómplices presuntos,
por este asesinato que comporta
traernos la felicidad completa.

(Poema ganador del Séptimo Accésit del,
IV Certamen Poético Internacional, Rima Jotabé)




Duelo al amanecer

(Jotabé)


En esta hora de ceniza y calma
expira la noche y se enciende mi alma.

He preparado todo el equipaje:
los gusanos, las cañas, el brebaje,
llevo un dolor metido con encaje,
el dolor de tu muerte y mi coraje.

Salgo a pescar, de nuevo, solitario
y mis dolores grito en un breviario.

Recuerdo cuando niño que en tu palma,
palma curtida en rudo laboraje,
dijiste tener algo imaginario…


el trozo luminoso de una Estrella
tan solo una pequeña brizna de ella,

y cuando me dispuse a averiguarlo
tuviste, sin querer, que confesarlo;
de tus manos salió sin esperarlo
un lindo pájaro, y quise atraparlo.

Recuerdo aquellos tiempos de alegría
feliz era yo entonces, todavía.

nunca jamás, la Luna fue tan bella,
para siempre tendré que recordarlo
para siempre mi pena en cofradía.


Por eso tu ordalía azul turquesa
en mis sueños aparece, me besa

y te imagino en aguas siderales,
como un náufrago en mares espectrales;
el ser que me protege de los males.
Hoy, salgo hacia el mar, pero tú no sales

navega mi tormenta en una barca
y mi corazón, de pena se encharca.

La noche sobre el mar, dolor expresa,
¡parece que te veo en los zarzales!
Pero no es cierto ¡miserable parca!


Mientras mi voz en un canto se eleva
la corriente mis lágrimas se lleva.

¿Por qué el Gran Pescador echó su anzuelo
para pescar a mi padre, mi anhelo?
Pescadores truhanes en el Cielo,
pescados que caminan sobre el suelo;

todos somos pescado y pescadores,
es decisión del Tiempo y sus labores.

Solo este amor, fidelidad longeva,
sobrevive a la vida y su desvelo
se queda, y duele al tañer sus tambores.


Remo en dirección a ninguna parte
en la oscuridad espero encontrarte.

Y estas orlas que reflejan la Luna
reflejaron tu cara sin fortuna…
hoy reflejan las Estrellas, una a una;
nunca más tus ojos, verde aceituna.

¡Padre mío! Tu destierro inclemente
dibuja las arrugas en mi frente.

¿Por qué transformo mi dolor en arte?
¡Hay tanto que preguntarte! Que alguna
vez escucho tu respuesta silente.


Ojalá Dios tenga un Mar en el Cielo
y puedas faenar con el abuelo.

Quiero verte, no pierdo la esperanza,
si he de morir, que sea mi matanza.
¿Para qué tantos ruegos y alabanza?
¡La Muerte viene a mí! ¡Avanza! ¡Avanza!

(pasa una sombra)

Tal vez no deba llorar ni rendirme
pero si tú no estás ¿a qué asirme?

Convertiré mi furia en un anhelo
desde hoy honraré toda tu enseñanza…
sirva este drama para despedirme.

(Poema ganador del Sexto Accésit del,
III Certamen Poético Internacional, Rima Jotabé)




Profecía del adiós

(Jotabé)

I

Adiós a la Nada

Seremos, por no ser, antes que nada,
un pálpito de vida imaginada.

Ya no seremos más polvo ni viento,
no seremos vacío virulento;
cambiaremos arder a fuego lento
por temblor de la carne en sentimiento.

Cambiaremos la eternidad por muerte
mortal cuerpo que sueña con lo inerte.

Y florecerá el Todo de la Nada
en una despedida-nacimiento…
viviremos y probaremos suerte.

II

Adiós al tiempo detenido

El llanto del nacido activa el rito,
la cuerda de un reloj que es infinito.

Tregua de la Inmortalidad, la Vida,
maravilla en silencio, florecida,
la efímera secuencia que ardida
comienza presurosa, decidida.

Abrazamos el Tiempo en desbandada
y nunca detenemos su estocada.

La nostalgia sublima lo bendito,
recuerdo de una luz encandecida
que brilla en una noche ya apagada.

III

Adiós a la Fantasía

Olvidarás tus héroes y dioses,
la infancia es bienvenida y son adioses.

De niño son los reinos intocados,
las fábulas, los miedos, los pecados,
aventuras de príncipes osados
que retan al peligro, enamorados.

Todo eso olvidarás en un momento,
lo real vencerá al ensoñamiento.

Ese será el momento en que te poses
compungido en la cruz de los ajados,
y morirá ese niño, ya irredento.

IV

Adiós a la inocencia

Despídete por siempre de ese beso
puro y casto de amor, cárdeno, ileso.

No serán para ti esas delicias,
el don de la virtud que en las caricias
no alberga mancha alguna, sino albricias.
Olvida esas bondades, son ficticias.

No quedará favor para el adulto
en la infancia perdemos el indulto.

Crecerás con el rubor ex profeso
olvidarás lo puro y sus primicias
y aprenderás la lengua del insulto.

V

Adiós al Amor

Tendrás que despedirte de lo amado
aunque a penas no lo hayas conquistado.

El amor es un bien que no merece
aquel que tras los años nunca crece,
el Amor sigue, la vida fenece
Él todo lo resiste, permanece.

Aprender a olvidar lo inmerecido
es justo, panóptico, merecido.

Gozar de una riqueza de prestado
es la retribución que permanece
en todo cuanto somos y hemos sido.

VI

Adiós a la Vida

Desandar, desaprender lo vivido,
de la vida, su propio cometido.

Al final quien sonríe es el más fuerte,
aquellos que no temen a la muerte,
hay quien nunca subestima su suerte
y aquel que lo hace siempre queda inerte.

Desamar, desllorar, redescubrirse,
contra su propia sombra combatirse.

Siempre pierde más quien más ha sufrido.
Darte la vida, Amor, para perderte.
Despedirse por siempre, despedirse.

(Poema ganador del Primer Premio del,
III Certamen Poético Internacional, Rima Jotabé)




¿Acaso no es amor haber querido?

(Jotabé)


(Hijo)

Padre, dijiste que amar era bueno
y en lugar de elixir es un veneno.

No puedo dejar de pensar en ella
para mí sigue siendo la más bella,
yo soy manantial, ella la doncella,
su recuerdo en mi cerebro se estrella.

¿Por qué, si no me quiere, no la olvido?
es suficiente ya lo que he sufrido.

Ofrezco música y recibo el trueno
hondo pesar de esta imborrable huella
agridulce sabor de lo vivido.


(Padre)

Amado hijo, perdona a este viejo
que no ha sabido limar su reflejo.

Probablemente tus preocupaciones
serían otras por mis decisiones,
pero cuando uno es joven, las pasiones
la inmadurez… terribles situaciones.

Del amor, si te hubiese prevenido
no serías un hombre tan querido.

Pues si no amamos somos un bosquejo
y para amar hay que perder los dones
que la Naturaleza te ha ofrecido.


Perderlos, para saber recobrarlos
si no, podrás quererlos, nunca amarlos.

Conociendo el sabor de la derrota
tu cuerpo ajado, con el alma rota,
sabrás que el gran orgullo es una gota
que no expande el amor, si no lo acota.

Ser déspota, orgulloso, es soledad
el amor nos reclama la humildad.

Los paraísos hay que conquistarlos
con valor puro y caridad devota
volar como gaviota en libertad.


(Hijo)

¿Acaso no es amor haber querido
hasta ofrecer lo que nunca he tenido?

Me enseñaste a ser hombre valeroso
pero nunca a cuidar lo más hermoso,
y sangro este dolor tan espantoso
para mi vergüenza en llanto coloso.

Soy hombre de valor, que no se esconde
pero sin besos que el dolor no ahonde.

Sospecho que es amor, pues ando herido
a merced de Cupido caprichoso
¿eso no es amor? Por favor, responde.


(Padre)

Adolecer perdón en cada ofensa
contra el dolor, cariño en recompensa.

Ser paladín del enamoramiento
aunque las heridas alcancen ciento,
blandir la majestad del sentimiento
soñar amor, intento tras intento.

Amar es montar el riesgo a horcajada
vivir con la locura maniatada.

Arder en la imprudencia más intensa
en el alma llevar el firmamento
y sobre el pecho la virtud clavada.


Quiero morir para sentirme amado
pues la muerte despierta lo olvidado.

Siempre amarás cuando lo que más quieras
te lo arrebate el Tiempo y sus tijeras,
memoria y soledad son carniceras
que siempre el Tiempo tañe, plañideras.

Cuando florezcan hijos en tu yunta
seguro que te harán esta pregunta

entonces sentirás desconcertado
que el amor es el hilo de las eras
hilo en el Tiempo que el Dolor pespunta.


(Poema ganador del Primer Premio del,
II Certamen Poético, Rima Jotabé)




Las ocho Virtudes capitales

(Jotabé)


I

Castidad

Firmeza en el juramento carnal
fidelidad perpetua, colosal,

gran fortaleza ante las tentaciones
que florecen viles por los rincones,
resultado de las retribuciones
al superar terribles situaciones.

Canto de pureza maravilloso
galardón de lo hermoso por lo hermoso.

Milagrosa actitud teologal
que recta vence a todas las pasiones
impasible en su reinado armonioso.

II

Templanza

Austeridad, serenidad, mesura
tácita luz que ahuyenta a la Locura.

Temperamento de agua adormecida
sosiego de seda, voz bendecida,
la pólvora en caricias escondida
cual velo suave que envuelve a la vida.

Favor de mágica música y acorde
es su sonoridad misericorde.

Hipotenusa de interior altura
en su equilátero escaque, dormida
dulzura que transita por el borde.

III

Solidaridad

Filántropa voluntad que esperanza
a sus necesitados en matanza.

Mirífica nobleza que orifica
que engrandece, consterna y dignifica
al vil ser humano que la practica
al que de ella no abdica, dulcifica.

Valor, vigor del corazón abierto
la fuerza de la pasión y su acierto.

Gloria divina, humana bonanza
semejanza de Dios que significa
que todavía nuestro amor no ha muerto.

IV

Sacrificio

Heurística de héroes amados
lenidad que ofrecen los esforzados.

Eretismo del corazón valiente
entre la vil tentación estridente,
deferente ofrenda autocomplaciente
luminosa justicia refulgente.

Fuerza de voluntad casi infinita
que florece el sendero que transita.

Afán de los fieles esperanzados
que regurgitan su oración silente
anhelando la redención bendita.

V

Perdón

Escalón hacia la Paz bondadosa
que redime al que recibe su rosa.

Divina absolución de los pecados
que cometen algunos obcecados,
es unión de eslabones encontrados
tras perdidos, hermanados.

Segunda oportunidad que se ofrece
al que la merece y no la merece.

Moneda de valía no ostentosa
que torna la gracia a los desgraciados
y asombra cual milagro que adolece.

VI

Caridad

Sentir Amor por nuestros semejantes
demostrarlo, vivirlo, ser tajantes.

Obrar la maravilla de su mano
mejorando con ella el mundo vano,
crecer por su enseñanza cual profano
en la concupiscencia del pagano.

Sentir la Divinidad encarnada
horadando la mortal mascarada

purgando los desvaríos flagrantes
de avariciosos y su mundo insano
sentirnos de Dios, hijos, su morada.

VII

Humildad

Gran sencillez del ánimo, plausible
honestidad decorosa infungible.

Discreta belleza, son paulatino
egregia firmeza frente al destino,
carta secreta del sagaz ladino
que insomne versa durante el camino.

Actitud del respeto y la armonía
perseverancia del Alma baldía.

Fundamento del amor invencible
ejecutor del orgullo asesino
incorruptible por la simonía.

VIII

Sabiduría

Abismo de las concatenaciones
donde convergen mil tesis, ficciones.

Estadía de la gentil herencia
fórmula secreta de la sapiencia,
el pensamiento de la inteligencia
trasciende altivo a cualquier apariencia.

Elenco de luces testimoniales
que alumbran los senderos fantasmales.

Verdad categórica, conclusiones,
vetusto monarca, luminiscencia,
ley de mandamientos elementales.


(Poema ganador del Tercer Premio del,
I Certamen Poético, Rima Jotabé)



Los Ocho Pecados capitales

(Jotabé)


I

Lujuria

Es efervescente, hambriento guarne
que vincula al pecado de la carne.

Sed lasciva de los seres mortales
penada en los pecados capitales,
tifón de los instintos primordiales
cáncer, virus, de besos fantasmales.

Lance de fuego, sinrazón, delirio
razón de la condena del martirio.

Es voz de los excesos y su encarne
flores que crecen entre los puñales
convirtiendo al que ama en satirio.


II

Gula

Hartazgo caprichoso, deleznable
de síntoma visible, transmutable.

El convulso apetito por el goce
en aquel que nunca lo reconoce,
que busca, roba su comida, hoce
para comer sin hambre, sin desbroce.

Es comezón del ágape prohibido
inercia del veloz desinhibido.

Voraz ínfula, gazuza insaciable
hermana lujuriosa por el roce
del Alma impura y cuerpo corrompido.


III

Envidia

Es epidemia, enfermedad latente
la pasión por lo ajeno vanamente.

Rumor observador que se supone
fragancia subyugante que propone
codiciar los bienes del que dispone
y detestar lo que no se ambicione.

Antónimo del Alma dadivosa
aquella que no mezquina su rosa.

Envidiar es querer penosamente
toda riqueza impropia que destrone
los falsos reyes de maldad pasmosa.


IV

Pereza

Escenario de silencio y quietud
clamor de juventud a senectud.

actitud de la estatua que no ama
que no vive, no sueña ni proclama
testigo del Tiempo desde la cama
donde la soledad le grita y llama.

El calvario del ídolo, abnegado
que muriendo vive, petrificado.

Inválido que sueña la Virtud
y cobarde en oración exclama
toda la vergüenza del olvidado.


V

Ira

Razón que explota en muchas sinrazones
cólera que duerme en los corazones.

Furia que lanzamos expeditiva
contra la muchedumbre vomitiva,
energía interior, tenaz, sativa
tan oportuna como destructiva.

El último escalón de la Esperanza
que vejada se transforma en matanza.

Pertinaz locura de las pasiones
epiloga, marcial, resolutiva
la violencia, odio y rencor a ultranza.


VI

Avaricia

Afanoso ímpetu codicioso
que acapara en desorden ostentoso.

Pandemia de este siglo veintiuno
ególatra, pecado inoportuno,
unos el festín, otros el ayuno
todos para mí, para ti ninguno.

Ufano mandamiento adoctrinado
en la concupiscencia del reinado.

Mammon (1) erigido dios victorioso
sin muestra de remordimiento alguno
martiriza su preso derrotado.


(1) Mammon es el demonio atribuido
por la Iglesia al pecado de la Avaricia,
de ese modo cada pecado tiene
su demonio atribuido.


VII

Soberbia

Delirio de grandeza por orgullo
que nos mece altaneros en su arrullo.

Encanto déspota, vana insolencia
que transmite su ingrata diferencia,
es la hamartía del Hombre en esencia
de su destrucción es la consecuencia.

Fanfarrón hellequín que derrocar
muro, sima, tumor que cercenar.

Soberbia que seduces con murmullo
sólo persigues tu magnificencia
y con tanto amor no sabes amar.


VIII

Ignorancia

Pecado más mortal y silencioso
cultivado mal, edén mentiroso.

Virus que la Ciencia nunca extermina
y a todas las virtudes contamina,
su sabia ley es la que dictamina
la mentira que a la conciencia mina.

El falso actor al que todos adulan
popular cual los males que pululan.

Necesitamos el valor grandioso
para luchar con alma diamantina
contra los pecados que se postulan.

 
     
   
     
 
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