El eterno tormento

(2 Jotabé tridecasílabos)


El infernal aliento su cara arrugaba,
como tizón ardiendo su cuerpo quemaba.

Todos esos viles gusanos en hedor
comían su bella faz llena de calor,
que moldeó el infernal Lucifer señor
pues los demonios nunca brindaran amor.

Mientras un hombre divaga entre llama floja,
con un viento cálido la muerte se antoja.

Su garra sobre su rostro se le paraba
provocándole miedo y un leve picor,
que de crujir semblante la pierna despoja.


En su mano surgió un rápido movimiento,
y tortura su faz un hondo sufrimiento,

Volviendo su imagen y lisura fatal,
a emanar una vil furia presa del mal.
Mientras, el diablo airado en su mundo inmoral,
al hombre da su alarido y llama mortal.

¡La cruel faz del infierno, el amor no conoce!
¡Y toda vida profana, de un solo roce!

Sea impío, ingrato y eterno este momento,
pues aún con un breve contacto infernal,
nada impedirá que el diablo tu alma la goce.