Alejandro
González Tápanes
Ciego de Ávila (Cuba)
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Sus ojos...
(Jotabem)
Brillan tanto, no lo olvido
observarlos, solo pido.
Me recuerdan a ese cielo
al que extraño con anhelo
bajó el que un día mi abuelo
me dijo mira ese pelo
lo rojo y lindo que está,
baila rumba y chá chá chá
en un sensible pedido
con un azul de consuelo
del que acompañado va.
Ella, un valioso cristal
(Jotabem)
Su cuerpo es como el cristal
si se daña quedo mal
me pierdo en los recorridos
no asimilo los sentidos
los veo desposeídos
en ellos ya los latidos
de mi corazón no están,
no sé por dónde andarán.
Qué triste es un pedestal
con los momentos vividos
que desaparecerán.
Deja hallazgos en mi piel
(Jotabem)
Bésame y que sea cruel,
deja hallazgos en mi piel
dale a mis poros, sutura;
finaliza esta amargura
con esa verdad, tan pura
aunque suene un poco dura.
Presiento que me hará bien
dejar de ser el rehén
o la crin de ese corcel
que un día fuese tu cura
cuando sufrías desdén.
El rechazo
(Jotabem)
En el surco de la vida,
nace y se queda prendida
la libertad de un abrazo.
Él se establece en un lazo
viendo ser longevo al bazo
que se oprime con el brazo
cuando el proyectil ingresa
siendo parte de la mesa
que ahora se encuentra herida
por cuenta de aquel rechazo,
rechazo que duele y pesa.
El modelo de hombre
(Jotabem)
Mi abuelo me dijo, un hombre
debe respetar el nombre
de su sexo y del opuesto,
ha de ser valiente, honesto,
educar llevando al resto
de su familia, el modesto
modelo que han de seguir.
No le debe permitir
a la maldad que le asombre
ha de colocar un cesto
y presenciar su extinguir.
¡Es la Lola de Machado!
(Jotabem)
La Lola se va a los puertos
cuentan los relatos ciertos.
¡Es la Lola de Machado!
Esa, la que se ha marchado
con una copla a su lado
luego de haberla cantado
en San Fernando, su tierra
donde su raíz se encierra
como en eternos conciertos,
ella deja abandonado
el islote por la sierra.
El árbol desea escribir
(Jotabem)
Amigo sombra me das
y frondoso siempre estás.
Tus frutos sabrosos son,
tienen dentro la sazón
que encomienda al corazón
a latir viendo su don.
No se pudiera decir
que hay fuerzas para vivir
si se dejara detrás
un árbol que llega con
los ánimos de escribir.
Los niños...
(Jotabem)
Los niños son los cristales
alentadores, iguales
a los hechos para espejos,
ellos versan los reflejos
renovados de los viejos.
En popa son catalejos,
con un sentimiento puro
cosechan lo más seguro.
Sus ansias son manantiales
garzos en piel de azulejos
de tránsito hacia el futuro.
Nuestra gloriosa Alfonsina
(Jotabem)
Adentro del oleaje
de la parca hacía el viaje
nuestra gloriosa Alfonsina,
desde Suiza hasta Argentina.
Cada verso determina
kilómetros y camina
de la mano de Quiroga,
su amor, el que la interroga
durante un café; mensaje
eterno de letra fina
que por la historia dialoga.
El libro es...
(Jotabem)
El libro es del escritor
una prioridad mayor,
para el niño un material
didáctico, primordial
instructivo; colegial
desde su etapa inicial.
La lectura se encamina
en ellos como una espina
con altas dosis de amor
en su esencia epitelial
y su futuro ilumina.
Mi carcoca
(Jotabem)
Diverge sobre la roca
la divertida Carcoca.
Se alimenta de triquín,
la luz descubre el carín
de su poderosa crin
invitándola al festín
que se celebra en Tridal,
ese sitio colosal
donde cotu es lo que toca
beber sin mirar el fin
de su escena espiritual.
Poeta del modernismo
(Jotabem)
Amado Nervo, su espina
versada le determina,
el deseo de si mismo
de forjar el modernismo
con total paralelismo
dentro del coleccionismo
que había intentado usted
en conjunto con la red
de cuates en su Divina
República viendo un sismo
de letras en la pared.
Quisiera
(Jotabé)
Quisiera que mis letras encontraran
tus labios y jamás se separaran
para que cada roce fuera eterno
para poner calor al frío invierno
para que cada verso fuera tierno
y publicar su esencia en un cuaderno.
Quisiera sobornar a tu sonrisa
y ser el príncipe que armó la brisa
huracanada sin que dilataran
deseos que trascienden de gobierno
y que mi corazón te televisa.
Arlen, escritor divino
(Jotabem)
Me costó palabras dar
cuando triste vi llegar
la pluma que se escapó
del tintero que lloró
porque nunca imaginó
perder un amigo, no.
Desconfío del destino
porque estás en el camino
aún te puedo observar
donde mi rima gritó:
¡Arlen, escritor divino!
Viaje al Santuario del Cobre
(Jotabem)
Santiago de Cuba, abriste
las puertas y me pediste
que hiciera estancia en El Cobre
y me bautizara sobre
el suelo que limpia un pobre
evitando ser zozobre.
Tu ruego realidad
ante la divinidad:
la virgencita que existe,
cumplí portando el dolobre
de la solidaridad.
Infancia versificada
(Jotabem)
Un jotabero cubano
puso el lápiz en su mano
y a la infancia en un papel
le analizó su nivel
le encontró rastros de miel
y una nube de broquel
que su etapa defendía
con esperanza, armonía
con un saludo de hermano
con un mero verso fiel
que octosílabo vestía.
Los disfrutes del hogar
(Jotabem)
Su comodidad disfruto
y elogio cada minuto.
En sus recodos converso,
pongo corazón al verso.
El hogar, un universo;
siempre se mantiene terso
lo agradece su figura
de colonial estructura
con un pino diminuto
dentro del patio diverso
dándole más hermosura.
De la Rima Jotabé, Embajador
(Jotabem)
«Embajador de la Rima
Jotabé», justo en la cima.
Pues que honorable sorpresa
compartir la misma mesa
con usted que se interesa
y a sus once versos besa
con total sinceridad,
es agradable en verdad
ser la persona que anima
y desde Cuba la egresa
con rumbo a la eternidad.
Pateaba mi baloncito
(Jotabem)
Pateo mi baloncito
junto con un amiguito
dentro de aquella canchita
forjada en la terracita
de la adorable casita
donde estaba la niñita
con su primo el duendecillo
con un dulce panecillo
sentada sobre un banquito
bajo la feliz sombrita
escribiendo en mi librillo.
Expresando soy feliz
(Jotabem)
Tal vez por su cualidad
pero con sinceridad
hoy, a través de mi rima
me he trepado en la tarima
esa que aún no es la cima.
Como dijese mi prima,
versifica la matriz
conviértete en su raíz
ten la posibilidad
de no ser quien subestima
expresando soy feliz.
Azul, así lo pintaron
(Jotabem)
Azul, así lo pintaron
en el cielo se inspiraron
usando una pluma blanca
traída de Salamanca
posada sobre una banca
después que la mano franca
la dejase descansar,
extenuante fue su andar
como lo planificaron
en Ortiz, en Casablanca
o tal vez otro lugar.
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