Miguel Ángel
Casariego Paz
Cangas de Foz, Lugo
(España) |
El cosmos en Valencia
(3 Jotabé Oriental Haiku)
Luna
La sinfonía, bebe fresco azahar. Noche en Valencia.
Brilla el arroz, fragancia blanca y verde. Del Reino y ciencia.
Hay sintonía, por sus cuatro estaciones. ¡Lejos un trino!
Dragón alado, de oro y gules el campo. Siroco al pino.
Sueña el Saler, ocaso en la Albufera. Nace el destino.
Y en la vereda, mil enjambres de estrellas: rey levantino.
Pilares góticos, la catedral al cielo. Templo y fortuna.
La jota en danza, sobre el Mediterráneo. Mece la cuna.
¿Hueles sabores?; ocre, azul, verde y ámbar. ¡Arte en
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esencia!
Penetra el riego, como agua en el papel. Un campesino.
¡Con una flor, quiere jugar en plata! Brilla la luna.
Sol
Cantan las aves, volando a la masía… fe bajo el sol.
Es la sabina, valle del Vía Crucis. ¡Un caracol!
Muere la luna, quizás en melodía. Puente de plata.
La rima canta, como canta la anguila… mar de sonata.
Mirada al alba, ¡qué dorada alborada!: Fénix fogata.
Las aves pintan, mascletá al natural. ¡Qué serenata!
Amor en luz, ella es mediterránea; de brisa pura.
Nace en belleza, Valencia es poesía. Cae el sakura.
Una tras otra, se exprime la naranja. ¡Procrea el sol!
Rauda la chufa, por garganta en cascada… Nace la
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horchata.
Siente el mentol, la fogata del sol. Aura en blancura.
Tierra
Aves en tierra, sobre la primavera. ¿Día nupcial?
Se ríe el río, desea jugar más. Turia a la sal.
Capital verde, como su aniversario. Verde esmeralda.
¡Ven mariposa!, vuela bella a mi vera, frágil guirnalda.
Tesoro oculto, bajo baños termales. ¡Corriente calda!
Clara y serena, la Lonja de la Seda. De oro su espalda.
En un sonido, ruge su fe en cascada, de Entierro Santo.
Vicente Mártir, divina protección. Ora el quebranto.
El treinta y seis, de María Sabina. ¡Fue el Santo Grial!
Fue solitaria, resguardada del viento. Baila su falda.
Sobre la Ratlla, pare el ave sus huevos. Suspira un canto.
(Ganador de
la Fulla del Taronger, del III Concurso Poético Internacional «Canto a Valencia»)
Diálogos entre el cosmos y el humano
(Jotabeí con Konze)
Sábanas blancas sobre azul amada
Viene con suaves caricias al alma.
¡A mi mano!, con canto hacia mi palma.
Frágil pétalo revolucionario.
¡Dime, amante de níveo santuario
de oro oreado a tiempo sin horario!
¿Zumbas a ígneo llanto en relicario?
Ósculo en jugo de espinas y miel,
¡qué vergel!, riel melancólico en hiel.
Panal hexagonal, crúor sin calma,
grifo roto sobre osario de aviario;
fragua a fuego y jalea en muerta piel.
Artista de floreciente mirada
Cera entre diamantes de tus cenizas
sobre esculpidor cincel: trozos, trizas.
Mas, abeja, artista a son sonajero,
¡dime, en tono de tieso relojero!:
¿Cómo tejer tiempo en canto sincero
como exánime cuco en segundero?
¿Cómo inexistente casualidad,
rindes amor en sincronicidad?
Porque el reto al tiempo tiñe rojizas
flores: ¡garabatos de un aguacero
musical en lucida eternidad!
Dialogando enamorado por preso
¡Dime, menguante!, ¿por qué en urna lloro?
¡Dime, creciente!, ¿dónde está el tesoro?
¡Oh, soledad bajo cruel sol caótico!,
clave de lunar versículo hipnótico;
oración al clamor, amor exótico.
¡Oh, paisaje pintado tan erótico!
Perdido donde perdió su valor
un pretérito perfecto al calor.
Sin perder el tiempo entre buen decoro,
nace la luz a corazón afótico.
¡Tesoro musical, clave en color!
Reo a cielo gris de un invierno adieso
Rojo urdimbre ata al beso penitente.
¡Detente, anhelo bajo cruz latente!
¡Detente!, impaciente y recio imperdible
cosido a mi piel ininteligible.
Dóricas piernas a cuerpo ilegible;
neoclásica aura, alma incorregible.
Cambiante cosmos que pasea eterno
a danza de vuelo, hacia yermo invierno.
Hogar de la dicha al hado muriente,
destino sin canto a gallo tangible.
A cielo abierto ¡di, abeja en infierno!
Reo en treque prólogo ausente al beso
Pórtico en selva a flagelada espalda
donde se mata el color esmeralda.
¡Dónde quema el pretérito imperfecto
de una bala perdida con efecto,
estamos prendidos al sin afecto!
¡Humanos, amémonos por defecto!
Tiempo límite hurgando al natural,
opérculo a tierra en un funeral.
¿Haz de luz sobre estrella en rojo y gualda?
¿Fue el último golpe duro y directo?
¡Revolución terrenal ancestral!
Del último narrador de un suceso
Aire libre como un azul Atlante,
ábrego al lúgubre torrente errante.
Al diente de león que ruge flojo.
A la madreselva en auge de arrojo.
Al matojo que sonrojó de enojo.
¡Al grajo que otea al cruel desalojo!
¿Se lastima el mundo con negro ocaso?
¿Acaso entre harapos hallo a Pegaso?
Pido al bronce aquel aire libre, orante.
Pido a la plata luz sin trampantojo.
Pido al oro la ayuda del parnaso.
El génesis sobre un mundo estrellado
¿Quiénes, ¡oh jotaberos!, ven soñando?;
hijos de estrofas que besan rimando.
¡Ojo!, descaro que la sal desgarra,
lágrimas en piel como vino en parra.
Esperando a las siete a tinta y jarra;
danza, canto, cosmos, lira y guitarra.
Infancia audaz por su fugaz estrella;
ella, estelar espectro de albar huella.
Dos, cuatro y dos, ¡terzo!: poetizando.
Tanto enseña el arte que desamarra
el nudo al alma, ¿santo y seña?: bella.
Un ángel en ser y el ser liberado
Bella la ramita rimando al verde,
a la oruga que en cada flor concuerde.
Bella palabra manida en jilguero,
canto leve al limonero de acero,
etérea música al caladero:
¡Vuela libre, fiel ser aventurero!
Auto, auto, auto, auto, auto, auto, auto angelitos.
Ocho, ocho, ocho, ocho más cuatro infinitos.
Treinta y seis colores por seis, ¡recuerde!,
doscientos dieciséis por dos; más cero.
Cuatrocientos treinta y dos hercios, ¡gritos!
Reinicio de tierra y mar liberada
Todo por el sentimiento de verte.
¡Ay, por verte y nunca perderte en muerte!
¡Ven, errante azul y verde!, ¡amanéceme!
Por sendero de siena sombra, ¡méceme!,
ay, mar de luz: ¡léeme!; luna: ¡ofréceme!
Electromagnético aire, ¡enloquéceme!
Tu lugar, pues, es luz intemporal.
Tu atemporal alma muere en moral.
Tu inmoralidad en desconocerte.
¡Cierto!, orbito en cruel mundo, ¡oh, anochéceme!
Nuevo inicio a tan impío mortal.
Por ella renazco, en luz, sobreimpreso
¿Por qué no me fulminaste, ilusión?
Lirio tan marchito fui en procesión
¡Amarga sal al mar espiritual!:
un átomo en sismo, como un ritual;
mi funeral, negado en conceptual.
Gaia, madre; mujer espiritual.
¡Corintios, trece!; amar que amor refleje.
Y yermo crezco, calmo, como esqueje.
¡Fui estrella muerta de pura pasión!,
en eclosión, raíz sensacional.
Abrigado a pecho amo. ¡Fe, al hereje!
La sombra es óbito. ¡Reencarnado!
Es abismo al silencio sin olor,
girasol huesudo al sol del furor.
Hay un pigmento disuelto en la copa,
tiñendo el ungüento en ámbar, sin ropa;
contorsiona huecos y emoción arropa.
Mis ojos ven la yegua que galopa.
Sabe del corazón la huella abatida
que sin sombra vuela libre y crujida.
No hay sensación más bella que el amor,
madera ocre natural sin garlopa.
Poema de reinicio, ¡bebé en vida!
Jotabé Konze
Sábanas blancas sobre azul amada,
artista de floreciente mirada.
Dialogando enamorado por preso,
reo a cielo gris de un invierno adieso,
reo en treque prólogo ausente al beso:
¡Del último narrador de un suceso!
El génesis sobre un mundo estrellado,
un ángel en ser y el ser liberado.
Reinicio de tierra y mar liberada.
Por ella renazco, en luz, sobreimpreso:
la sombra es óbito. ¡Reencarnado!
(Ganador la Mención de Honor al mejor jotabero de España del XIII Certamen Poético Internacional Rima Jotabé) |