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ARTÍCULO 144

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LAS DOS PALABRAS QUE ABREN TODAS LAS PUERTAS

 

 
 

En los últimos tiempos, debido al buen hacer del ingenio del hombre, una de las verdades más grandes que se pueden decir con respecto a la buena educación, ha quedado reducida a poco más que un chiste, y como todos sabemos, es más sencillo y atrayente seguir lo malo que seguir lo bueno.

Así a esta primera proposición del pensamiento educacional que dice, “En este mundo hay dos palabras que te abrirán todas las puertas”, para enseñar a las jóvenes generaciones los valores de las palabras, “Gracias” y “Por favor”, ha quedado reducido a la respuesta irónica-cómica de, “Empujar y estirar”, haciendo referencia a las pegatinas que se sitúan en algunas puertas de algunos centros públicos para indicar a quien va a pasar por ellas en qué dirección debe mover la puerta para pasar por el vano que esta deja al abrirse.

Pero más allá de este chiste fácil de monologuista principiante, nos queda la verdadera realidad de esa expresión y la enseñanza que nos quiere transmitir, y esta es que hay ciertas normas de educación que todos debemos utilizar y que todos deberíamos de aceptar como buenas para una mejor convivencia entre las personas, y las palabras “gracias” y “Por favor” son claves en esa buena educación.

Cuanto mejor es decir, “Por favor me acercas el tarro… de lo que sea”, a decir, “Acércame el tarro” sobre todo cuando a esta última expresión se le imprime un tono imperativo, pues más que realizar su efecto autoritario hace que la persona que reciba esa “orden” se ponga en contra de ella.

Pero ahora viene la segunda parte, y esta es cuando has recibido el esperado tarro, debes recibirlo con un espléndido, “Gracias”, y no una callada por respuesta, por ejemplo.

Seguro que ahora escuchándome, todos convendremos en que decir ese “Gracias”, no cuesta nada, como tampoco cuesta nada decir ese “Por favor”, pero también seguro que todos llegarán a convenir conmigo que cada vez es más costoso oír esas palabras de boca de muchas personas, ya sean jóvenes o viejos, altos o bajos, nobles o plebeyos… es como si la educación no estuviera de moda, como si comportarse educadamente fuera algo trasnochado que tan sólo utilizan algunas personas que podríamos tachar de cursis, por no decir algo más drástico y fuerte, y que lo que estuviera más de moda fuera utilizar un vocabulario grosero y soez, lleno de insultos y provocaciones, como promueven muchos programas de la telebasura con la que nos están bombardeando día y noche.
Lo cierto es que en los últimos tiempos, no sólo se están perdiendo en gran parte ese “Gracias” y ese “Por favor”, sino que en general se están perdiendo en gran medida las normas más básicas de educación, y una gran parte de culpa la tenemos los padres, pues en ocasiones, aun siendo sinquerer, estamos propiciando que así sea.

Como vivencia personal citaré esa acera estrecha donde apenas caben dos personas, y que cuando yo era pequeño, mi madre me decía, “Aparta Juan Benito que pase ese señor”. Bueno, pues ahora soy yo ese señor al que mi madre le cedía el paso haciendo que yo me apartara de su camino para no molestarlo, pero en la misma situación citada, ahora a pesar de pasar del medio siglo de vida, vuelvo a ser yo quien le ceda el paso a niños de cuatro, cinco o diez años, pues ni ellos tienen la predisposición de apartarse, ni sus padres tienen la voluntad de ceder el paso a los mayores, al contrario.

Cierto es que quiero decir alto y claro que no siempre ocurre así, pues aún quedan personas con el sentido y el sentimiento de la educación circulando por sus venas.

Y además, no es menos cierto que, como decía mi suegra, “En alguien tiene que estar” y si no encuentras la educación en quien tienes frente a ti, pues, “en alguien tiene que estar” y ese alguien soy yo y personas como yo que hemos mamado la educación en nuestras casa y que pensamos que es bueno ceder el paso, aunque sea a un chiquillo, y decir ese “Gracias” y ese “Por favor” aún en los momentos y situaciones más diversas y a veces tontas, pues al igual que en la letra de la canción “El arresto” de la ópera rock Jesucristo Superstar, dice Tim Rice que “Las luchas engendran luchas”, yo me atrevería a decir que la buena educación siembra, engendra y recoge buena educación, aunque al igual que en la Parábola del Sembrador, toda o parte de la buena educación que siembres puede caer en terreno yermo y no recoger nunca cada de ella… pero lo que siempre te quedará en tu fuero interno es esa gran paz de saber que has obrado según las normas de la buena educación, y que más allá de ti, poco puedes controlar.

Así amigos, os pido por favor que sigáis escuchando este programa, Lasartes, y os doy las gracias por hacerlo.

Hasta una nueva Columna de Juan Benito.

 
 
 
Fuente:
Programa Lasartes del 21 de noviembre de 2014
 
 
 
 
     
   
 
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