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ARTÍCULO 485

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LÉSERA: ÚNICA CIUDAD ROMANA DE CASTELLÓN

 

 
 

En esta oportunidad vamos a conocer un poco la que, según el doctor en Historia Ferran Arasa i Gil (1956) de la Universidad de Valencia, es la única ciudad romana de la provincia de Castellón: Lésera.

Para ello nos vamos a remontar hasta 1876, cuando en los terrenos de Vicente Molinos, Nicolás Ferrer Julve (1839-1901), miembro fundador de la Asociación Arqueológica Valenciana, encontró por causalidad un asentamiento que, en un principio identificó como Bisgargis, que fue una ciudad y antigua capital de los ilercavones citada por Ptolomeo. Los ilercavones fueron un pueblo ibero asentado en el territorio final del Ebro, extendiendo su ámbito al sur de Tarragona, norte de Castellón y el este de Teruel.

Este asentamiento se encuentra en lo alto de un cerro estrecho y muy alargado, llamado la «Moleta dels Frares» («Muelita de los Frailes»), el cual está constituido por dos plataformas bien diferenciadas una sobre la otra, las cuales tienen altas paredes escarpadas, que hace realmente de este asentamiento, una fortificación natural que sería muy valorada por la ciudad.

La Moleta dels Frares está situada a 2 km. de la ciudad de Forcall en la comarca Dels Ports (De los Puertos), en Castellón, muy cerca del río Cantavieja. Tiene una altitud máxima de 895 m.s.n.m. y una extensión aproximada de 8 ha. Fue declarada Bien de Interés Cultural (BIC) en 1998.

Sobre los siglos I a III fue una gran ciudad romana, aunque se sabe por las diferentes excavaciones e investigaciones realizadas, que este enclave tuvo asentamientos desde la Edad de Bronce, un periodo de la prehistoria que se extiende desde el 1700 al 1100 a. C. También se sabe que a partir del siglo III en que la ciudad fue abandonada mayoritariamente, esta aún mantuvo una población residual los siglos siguientes, llegando posiblemente hasta la época andalusí (711-1492), en la cual es muy probable que definitivamente este asentamiento fuera abandonado como residencia habitual de los que fueron sus pobladores.

Además, hemos de tener en cuenta que debió de ser un importante centro neurálgico y de comunicaciones de la época, pues desde la archiconocida Via Augusta, había un camino que llegaba hasta Cesaragusta (actual Zaragoza), y este pasaba por Lésera, siendo también un paso entre el mediterráneo y el interior de la península.

Ahora bien, la creencia de que era la citada ciudad de Bisgargis se mantuvo 101 años, pues en 1977, el investigador Géza Alföldy reinterpretó una lápida romana que en la actualidad se encuentra en la fachada de un edifico de la calle de Don Blasco de Alagón, 15, en la cual se hacía referencia a un altar dedicado al dios Júpiter en 212 dando gracias por la salvación del emperador Marco Aurelio Antonino «Caracalla» (188-217), el cual fue erigido por la «res publica leserensis», dato este que cambió el nombre del asentamiento por el cual es conocido hasta la actualidad, Lésera.

Además, este dato dio a entender a los historiadores que Lésera tuvo que ser una población con un estatus privilegiado e incluso con un estatuto municipal ya en la época del emperador César Augusto (63 s. C.-14).

La ciudad se extendía entre las dos citadas plataformas de la Moleta dels Frares, encontrándose restos de la ciudad romana por toda ella, aunque en un estado de erosión muy avanzado debido a una no muy buena conservación. Aun así, se pueden ver con claridad varios lienzos de la muralla, pues Lésera sería una ciudad amurallada, siendo algunos muros de contención, creyéndose que podrían pertenecer al foro. También vemos la puerta de acceso a la ciudad en su lado este con 2,25 m. de luz, y en el camino que llevaba hasta había una necrópolis.

En este asentamiento ibero-romano se han realizado numerosos estudios y excavaciones y, aunque en 1958 el arqueólogo Josep Calassanç Serra i Ràfols (1902-1971) visitó el yacimiento con mucho interés en él, las primeras acciones en el mismo se realizaron en 1960 gracias al arqueólogo nacido en Onteniente Enrique Pla Ballester (1922-1988) con las cuales se pudo determinar, entre otras cosas, los periodos de ocupación y, en la plataforma superior se descubrió una domus, que eran las viviendas destinada a las familias de bastante nivel económico.

Posteriormente y financiadas por el Ayuntamiento de El Forcall y la Generalitat Valenciana, el citado Ferran Arasa realizó unas nuevas excavaciones que comenzaron en 2001. En 2005 se excavó completamente la domus, la cual tiene una extensión de unos 120 m2, divididos en un triclinium, es decir, salón-comedor de 49,5 m2, una cocina y dos habitaciones. En 2009, en la parte norte de la plataforma inferior, se descubrió lo que estiman los expertos que sería el foro, el cual se extendía sobre unos 2.500 m2, y junto a él, algunas construcciones civiles y religiosas, pues, los expertos estiman que también debió tener un templo, unas termas, un mercado, una basílica y otras construcciones. Además, en el suroeste de la plataforma superior se hallaron los restos de algo que bien pudiera ser una cisterna.

En 2015, y financiado por la Mancomunidad Dels Ports, y más recientemente, en 2017, financiadas por el Ayuntamiento de El Forcall y la Generalitat Valenciana se realizaron unas nuevas investigaciones en las que se recuperaron y restauraron la puerta de entrada a la ciudad y algunos lienzos de la muralla próximos a ella.

Además, en todas las excavaciones que se han realizado, se han encontrado multitud de fragmentos cerámicos, que han puesto de manifiesto la ocupación de este enclave en la Edad de Bronce, la Edad de Hierro, la época ibérica y la época imperial romana con algunas influencias o aportaciones fenicias.

También se han hallado cuatro inscripciones. Una de ellas escrita sobre jaspe de Cinta; se cree que pudiera ser parte de un altar o similar dedicado a las familias Bebia y Papiria. Las otras tres inscripciones pertenecen al ámbito funerario y ninguna de ellas está completa, mas, se sabe que una está dedicada a la familia Julia. Es de presuponer que las tres familias citadas debieron tener un alto estatus dentro de la ciudad.

También se han encontrado algunos textos, tanto ibéricos como romanos escritos sobre cerámica, piedra y metal que conformaban un anillo infantil, vasos y algunas fichas.

Entre los elementos que se han encontrado hay que destacar, ánforas de vino, aceite y salazones, fragmentos de botellas, hachas, alisadores, una picoleta, un pondus, que es una pieza cerámica de sección rectangular y forma tronco piramidal, la cual, en su parte superior, la más estrecha, tiene dos perforaciones, y en su cara superior, la de sección más pequeña, un aspa cincelada. También se ha encontrado bastantes trozos de un embudo de color naranja y una pieza que contiene la marca de su alfarero.

Con respecto al dinero, se tiene la certeza que en Lésera no se llegó a acuñar moneda, pero sí que había un gran comercio y se han encontrado algunas monedas datadas desde la época republicana hasta el bajo imperio romano.

Si tienes posibilidad y te gusta la naturaleza, el senderismo, la escalada y los restos arqueológicos, te propongo que hagas una excursión hasta este lugar, el cual no es de muy fácil acceso, pero si llegas a coronar la meta y lo ves, realmente te sobrecogerá, por los restos que actualmente se pueden ver y por las vistas que desde lo alto se tienen.

El Forcall es sinónimo de encrucijada romana e historia milenaria.

 
 
 

Fuente:
El Periódico de Aquí

 
 
 
 
     
   
 
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