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ARTÍCULO 469

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SANTÍSIMO CRISTO DEL GRARO. EL «NEGRET»

 

 
 

En esta ocasión vamos a introducirnos en el sagrado mundo del Santísimo Cristo del Grao, al que popular y cariñosamente se le conoce como el «Negret», dado que el color de la «piel» del crucificado en esa talla es de un tono muy oscuro que podría oscilar entre cárdeno y marrón.

Aunque documentalmente no hay ningún documento o prueba fehaciente que acredite la historia de su hallazgo en las condiciones que voy a relatar, para los creyentes no es preciso que la haya, pues estamos hablando de fe, y como bien dice el dicho popular: «La fe mueve montañas», pues la fe es creer sin necesidad de ver. Así, la tradición de la historia del «Negret» ha ido pasando de padres a hijos, generación tras generación, y todos la aceptamos como buena, pues creemos en ello sin ninguna duda.

De esta manera, hay que comenzar por comentar que, en la mañana tranquila y soleada del día 15 de agosto de 1411, en el horizonte del mar Mediterráneo se comenzó a ver algo que, pasado el tiempo se pudo comprobar que era una imagen tallada, de fina hechura y policromada de Nuestro Señor crucificado, la cual, surcaba las aguas sobre una escalera a la cual, no la unía ningún tipo de cuerda o atadura, simplemente navegaba sobre la escalera y esta sujetaba a Nuestro Señor.

La escalera tenía treinta y tres travesaños que conformaban el mismo número de peldaños, cantidad igual a la edad que tenía Nuestro Señor cuando murió por nosotros en la cruz. Como apunte histórico comentar que, la escalera se fue cortando a trozos para ofrendarla como reliquia a las parroquias y otras instituciones religiosas, y cuando en la Guerra Civil Española fue destruida, tan sólo contaba ya con nueve peldaños.

El conjunto del crucificado y la escalera, navegando en contra de la corriente que formaba la desembocadura natural del río Turia, con paciencia, sin prisa, se fue acercando hasta la misma, y cuando estuvo allí, se detuvo ante ella.

En aquel entonces, en la margen izquierda del río Turia se encontraba la población llamada Vilanova del Grao que, con el paso del tiempo daría paso a los Poblados Marítimos y a los emblemáticos barrios de El Cabanyal y El Canyamelar. Y en la margen derecha del río Turia, se encontraba el pueblo de Ruzafa, en aquel entonces un pueblo con una extensión inmensa extramuros de la ciudad de Valencia y que, desde la ciudad amurallada llegaba hasta el mar, extendiéndose en lo que hoy en día es Nazaret, Pinedo y otros barrios y pedanías actuales. Hoy en día Ruzafa es un barrio, la verdad no muy grande, del distrito del Ensanche.

En el momento en que el crucificado se detuvo en la desembocadura del río Turia en el mar, los habitantes de Vilanova del Grao y de Ruzafa, quisieron que la talla fuera para ellos y formara parte de su acervo religioso-cultural, pero ante la polémica suscitada, decidieron dejar que el Cristo que había llegado inesperadamente por el mar, decidiera que población sería la que tendría el honor de poder ofrecerlo para su veneración y, además, se comprometieron a acatar su decisión. Así, dejaron que la talla se decantara por una u otra orilla, y, tras un indeterminado tiempo de espera, finalmente el Santísimo Cristo se decanto por la orilla donde se encontraba Vilanova del Grao, motivo por el que pasó a llamarse Santísimo Cristo del Grao. Los pobladores de Ruzafa en un principio quisieron revelarse, pero finalmente acataron lo acordado, como habían establecido, y desistieron de su afán de apoderarse de la talla.

El Santísimo Cristo del Grao fue llevado a la Iglesia de Santa María del Mar, la cual está considerada como la «La catedral del Marítimo», y en ella comenzó a venerarse, y en ella, salvo algunas vicisitudes puntuales ha estado siempre y en ella se sigue venerando a día de hoy.

En su honor, para conmemorar la venida de Cristo por el mar, todos los años se escenifica la llegada de Cristo al puerto de Valencia, así, de esta manera, el «Negret» es llevado a alta mar, o por lo menos hasta que se pierde de vista en medio de los barcos que constituyen el actual puerto deportivo de Valencia, y las personas que vamos a recibirlo nos situamos donde estaba la Escalera Real y allí esperamos que llegue Cristo en una barca, una vez en la orilla es subido a tierra y a hombros es llevado hasta la Iglesia de Santa María del Mar, donde acto seguido se realizan unos gozos, y en días sucesivos se realizan procesiones, misas y otros diversos actos para gloria de Cristo.

Hay que apuntar de manera clara y algo apenada, que cuando existía la Escalera Real (ahora también existe, pero está oculta bajo varias toneladas de cemento), la recepción de Cristo era mucho más espectacular, pues la misma Escalera Real ya lo era, pues tenía una anchura prácticamente igual que la de la Avenida del Puerto, y los peldaños de la misma se introducía en el mar, dando esto una impresionante imagen a la recepción del Cristo crucificado.

Todo transcurría de forma amable entre gozos y oraciones hasta que, sobre 1811 durante la Guerra de la Independencia, las tropas napoleónicas hicieron lo que nunca deberían haber hecho. De esta manera la talla del «Negret», fue llevada a Ibiza para alejarla lo más posible del núcleo duro de la contienda y así, salvarla de cualquier cosa que le pudiera ocurrir, y así fue. Una vez acabada la contienda la talla volvió a Valencia y con ello, a su Iglesia de Santa María del Mar.

Tras esto, todo volvió de nuevo a la normalidad y tranquilidad, donde el fervor por el «Negret» continuaba en aumento, y muestra de ello son las fotos existentes de años como 1919 o 1929 donde la Avenida del Puerto en el tramo entre el puerto y la Iglesia de Santa María del Mar está tan lleno de fieles y seguidores del Santísimo Cristo del Grao, que las personas están literalmente codo con codo.

Mas, esta tranquilidad se volvió a descontrolar en 1936, cuando estalló la Guerra Civil Española, pues cuentan las crónicas que fueron a quemar la iglesia de Santa María del Mar y con ello al Santísimo Cristo del Grao, pero en ese momento, un vecino llamado José Darocha Trullente (1892-1975), a pesar de haberse definido posteriormente en varias ocasiones como no creyente, sintió que no estaba bien que quemaran la talla del «Negret» y salió a defenderla en contra de los vándalos que querían quemarla. Tras unos momentos de indecisión y seguramente un gran «tira y afloja», los vándalos dejaron que José Darocha se llevara la talla de Cristo y este la refugió en su propia casa hasta que acabó la guerra civil. Ese mismo día que Darocha salvó al «Negret», quemaron los nueve peldaños que quedaban de la escalera en la que vino Cristo surcando las aguas del mar Mediterráneo.

Todas las personas, sobre todo, los devotos del Santísimo Cristo del Grao, pensaban que su querido Cristo había sido quemado, pero cuando acabó la guerra José Darocha avisó al Ayuntamiento de Valencia para que vinieran a recoger la talla del «Negret», con gran asombro y alegría de todos.

En este momento nació la leyenda de que la talla del Cristo realmente se quemó ese día y lo que hoy se venera es una copia de la misma, pero yo me quedo con la historia de José Darocha, pues es más «romántica» y hace que se perpetue la imagen original que vino desde el mar.

Actualmente existe la Muy Ilustrísima Hermandad del Santísimo Cristo del Grao, la cual tiene su sede canónica y parroquial en la Iglesia de Santa María del Mar.

Como comentaba al inicio, sea como fuere, lo cierto es que la imagen del Santísimo Cristo del Grao, el «Negret», es una de las más queridas y veneradas, no solamente en el Grao, sino en toda Valencia.

Valencia es sinónimo de una fe impresionante a todos nuestros santos y vírgenes.

 
 
 

Fuente:
El Periódico de Aquí

 
 
 
 
     
   
 
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