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ARTÍCULO 464

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1517: LA RIADA MÁS DEVASTADORA DE LA CIUDAD DE VALENCIA

 

 
 

Valencia, desde 1321, año en que se comienza a tener un registro escrito de las riadas que ha sufrido, ha padecido 25 riadas que se corresponden con los años 1321, 1328, 1340, 1358, 1406, 1427, 1475, 1517, 1540, 1581, 1589, 1590, 1610, 1651, 1672, 1731, 1776, 1783, 1845, 1860, 1864, 1870, 1897 y 1949, siendo la última en 1957. Además, ha soportado numerosas crecidas y avenidas.

Pero en la memoria colectiva los valencianos tenemos muy presente la última riada de 1957, por ser una de las más catastróficas y, sobre todo, la más próxima en el tiempo, y esto hace que muchos hayamos conocido a personas que la padecieron y nos contaron sus propias vivencias, siempre trágicas y desgarradoras.

Pero de entre todas las riadas, la que todos los estudiosos coinciden en que fue la más catastrófica que ha sufrido Valencia, fue la de 1517, y razones no les falta para designarla de esa manera.

En Valencia el 18 de agosto de 1517 comenzó a llover insistentemente día y noche hasta el 26 de septiembre de ese mismo año, es decir, estuvo lloviendo sin parar 40 días enteros, y por fin el día 27 de septiembre cesó la lluvia, pero lo que no esperaban los valencianos de la época, era que ese día a las a las tres de la tarde, una descomunal riada iba a inundar Valencia completamente. Absolutamente todos los barrios de la ciudad estuvieron cubiertos por el agua. Y, como pasara en la riada de 1957, una de las zonas más perjudicadas fue el barrio de La Zaidía, donde dicen las crónicas que el agua sobrepasaba sobradamente los tejados de las casas.

Esta riada derrumbó innumerables casas, según historiadores hasta 200, y de ellas, unas sesenta estaban situadas en la actual calle de Sagunto, antes rotulada como Murviedro, en el barrio de La Zaidía, el más perjudicado de todos.

Hay que recordar que, en ese fatídico año, Valencia estaba amurallada, pues su muralla se inició a construir en 1356 concluyéndose en 1370, y fue demolida prácticamente en su totalidad en 1865. Esta contaba con una altura media de 8,45 metros sin contar las almenas, y esto hizo que en un principio resguardara del agua a la ciudad que protegía, «empujando» el agua hacia la margen izquierda del río en los tramos donde se alzaba la muralla frente al mismo, y una de esas zonas era Zaídia, que, además, es una de las zonas más profundas de Valencia.

Pero las murallas no pudieron aguantar el potente empuje del agua y finalmente la misma se introdujo en la ciudad amurallada por la puerta llamada «Portal Nou» o de «Sant Josep» («Puerta Nueva» o de «San José») y unas pequeñas puertas auxiliares de acceso a la ciudad que estaban situadas entre el Portal Nou y el Portal de Serrano (actual Torres de Serranos), llamadas de los «blanquers» (curtidores) y de los «tints» («tintes»), inundando rápidamente la calle de Caballeros, el Almudín, Plaza del Árbol, el barrio de El Carmen y absolutamente todo cuanto hallaba el agua en su camino hasta llegar a la entonces llamada Plaza de San Francisco, actual Plaza del Ayuntamiento, y con ello a la muralla opuesta de la ciudad. Como apunte histórico comentar que el perímetro de la muralla cristiana de Valencia era de 4 km, y encerraba una superficie de 142 Ha.
La riada fue tan descomunal, que de los cinco puentes con los que contaba la ciudad en ese momento para salvar el cauce del Turia, tres de ellos fueron derrumbados, el del Portal Nou, el de Serranos y el del Real, y destrozó gran parte de los antepechos de los puentes de la Trinidad y del Mar.

Pasada una hora de la riada, a las 16:00 horas de la tarde del domingo 27 de septiembre de 1517, Día de los Médicos, toda Valencia con todos sus barrios, era un cuerpo de agua que se unía al mar. Pero como ocurrió en 1957, lo peor aún estaba por llegar, pues a las 21:00 horas, cuando parecía que todo había acabado hubo una nueva riada que fue aún mas devastadora que la primera, pues Valencia ya estaba cubierta de agua. Dicen las crónicas que en Valencia podían navegar barcos de cierto calado, pues durante un tiempo, fueron los únicos transportes que se pudieron utilizar.

Ahora bien, cuando el agua fue desapareciendo, quedaron a la vista todos los cadáveres y, según los historiadores, aunque no se tiene una cifra exacta, todos coinciden en que fueron varios centenares de personas las que perdieron la vida. Siendo esta riada la más devastadora a nivel humano y material de la historia de Valencia.

Hay una narración que cuenta que el agua arrancó de su madre un bebé en su cuna, pero el mismo no falleció engullido por el agua, sino que lo encontraron en su cuna encallada en un ribazo en la desembocadura del mar.

También hay que comentar que las monjas de los conventos de la zona de La Zaidía, tuvieron que ser trasladadas a Valencia, así, las monjas de la Trinidad fueron acomodadas en el palacio del arzobispo, pues el agua había llegado a la altura del Sagrario. Tan sólo siete monjas de dicho convento decidieron quedarse en él para que este no se quedara desamparado.

Pasada la riada, los jurados de la ciudad de Valencia, decidieron poner una placa de piedra en la fachada del Convento de la Trinidad, esquina con la calle Alboraya con esta inscripción en latín:

«HVCVSQ. SVPRA HOMINVM MEMORIAM INVNDANS TURIA MAXIMA VRBI REGNO Q. VALENT. DAMNA INTVLIT ANN. M.D. XVII QVINTO K. OCTOB HO. POST MERID III»

(«HASTA AQUÍ LLEGO LA INUNDACIÓN DEL TURIA, LA MAYOR DE QUE HAY MEMORIA CAUSANDO GRAVES DAÑOS A LA CIUDAD Y REINO DE VALENCIA. 28 DE SEPTIEMBRE DE 1517 A LAS TRES DE LA TARDE»)

Sensibilizado con la tragedia, el Cabildo de la Catedral dispuso que el «Corpus Domini», junto con el «Lignum Crucis», además de otras diversas reliquias, procesionaran hasta los lugares donde el agua había hecho más estragos. Además, varios sacerdotes entonaron salmos pidiendo misericordia por la devastada ciudad de Valencia. Los cronistas de la época denominaron al 27 de septiembre de 1517:

«El día más nefasto de todos los tiempos»

El 3 de octubre de 1517, los Jurados de la Ciudad enviaron una carta al rey Carlos I de España (1500-1558), llamado «el César», el cual llegó a España el 19 de septiembre, desembarcando en Villaviciosa (Asturias), el cual estaba previsto que visitara Valencia en los días en que se produjo la riada.

Esta riada tiene un interés adicional, pues numerosas personas aseguraron haber visto un león deambulando por las calles de la ciudad, calificando esto los criptozoólogos como un «alien big cat» («grandes gatos alienígenas») o simplemente «gatos fantasmas». Las autoridades de la ciudad pusieron numerosos efectivos para buscar ese león, (aunque hay quien dijo que se parecía más a un buey), pero nunca dieron con él, aunque sí se encontraron sus pisadas y excrementos. Las últimas personas que lo vieron, algunos días después de la riada, aseguraron que lo vieron saltar a las aguas del río desde el puente de la Trinidad y nunca más se volvió a ver. A este ente se le ha denominado «El león de la víspera de San Miguel».

La historia de Valencia es muy rica en todos los sentidos, y en el ámbito de las tragedias naturales, tiene un historial que pocas ciudades en el mundo podrán igualar y menos superar, pero todo, lo bueno y lo no tan bueno, es parte de la historia del pueblo valenciano que, a pesar de todas las adversidades, sigue adelante creando un magnífico futuro.

Valencia es sinónimo de agua, sobre todo de aguas destructivas que han hecho que la ciudad se reinvente en varias ocasiones.

 
 
 

Fuente:
El Periódico de Aquí

 
 
 
 
     
   
 
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