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ARTÍCULO 444

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BAÑOS DEL ALMIRANTE. ÚNICOS

 

 
 

Vamos a conocer una joya que se encuentra en pleno casco histórico de la ciudad de Valencia, los Baños del Almirante, situados en la calle Baños del Almirante, entre las calles del Palau y del Milagro, haciendo la misma una pronunciada «S», pero esta calleja, a espaldas del que fue el Palacio del Almirante, actual sede de la Consellería de Economía, Hacienda y Ocupación no siempre se ha llamado así.

En 1623, Francisco de Cardona y Ligne (c.1595-1664), V Marqués de Guadalest, recuperó el título de Almirante de Aragón, y a pesar de que este nunca fue el dueño de esos baños públicos que en la actualidad llevan su nombre, la calleja pasó a denominarse «Carreró de l’Almirant» («Calleja del Almirante»). En el siglo XVIII se rotuló como «Calle Baño del Almirante» y en XIX, tras añadir una bañeras al recinto, se rotuló definitivamente como, «Carrer dels Banys de l’Amirant» («Calle de los Baños del Almirante»).

Dada su construcción en estilo al estilo de los baños de vapor árabes, en un principio se consideró la posibilidad de que hubieran sido construidos entre los siglos XI y XII, mas, tras las investigaciones arqueológicas y documentales que en 1991 realizaron la arqueóloga Concha Camps García (1961-2017) y el Medievalista Josep Torró, se descubrieron datos importantes que situaron la construcción de los baños a principio del siglo XIV, apoyando esta investigación el documento existente fechado en 1313 en el que el rey Jaime II de Aragón (1267-1327), llamado «el Justo», autoriza y habilita al caballero, jurista y miembro del Consejo Real Pere de Vilarrasa, para que se construyeran en sus propios terrenos unos baños públicos.

En esas investigaciones también se descubrió que esos baños públicos, debieron estar orientados a las personas más humildes, pues las columnas de separación de la sala templada estaban realizadas con diferentes materiales, lo que indica que fueron construidas con materiales provenientes de otras construcciones.

De igual manera, se ha constatado que estos baños los usaban mujeres y hombres, acudiendo a ellos en días diferentes. Y, mientras que los hombres acudían solos, la costumbre era que a las mujeres las acompañaran algún miembro de su familia.

Aunque en España existieron otros baños como los de Granada, todos fueron cerrando merced a un decreto de la reina Isabel I de Castilla (1451-1504), llamada «la Católica», extremo este que, hace únicos a los Baños del Almirante, pues no cerraron, permaneciendo abiertos y dando servicio desde su inauguración en 1320, siete años después que se iniciara su construcción, hasta 1959 en que cerraron definitivamente sus puertas cesando su habitual actividad 639 años de su inauguración. Todo un récord que, seguramente nunca le van a arrebatar.

Durante su larga y fructífera vida como baños, la edificación sufrió algunas reformas, siendo especialmente significativa la que se le realizó en el siglo XIX dándole un aspecto neo árabe, en la que, además, se introdujeron bañeras de uso individual, con lo que los baños perdieron su configuración inicial. Mas, entre 1961 y 1963 se llevó a cabo una nueva reforma, en esta ocasión para eliminar todos los elementos que se introdujeron en el siglo XIX. La última reforma, restauración y rehabilitación que se le ha realizado, fue en 2001.

Los Baños del Almirante cuentan con un alto grado de protección, pues en 1944 fueron declarados Monumento Histórico-Artístico, y en 1993 fueron declarados BIC (Bien de Interés Cultural).

Después de que en 1959 cesara su actividad como baños públicos, en 1963, se acondicionó la edificación para albergar un gimnasio en su interior. Pero salvando a la multi centenaria construcción del sórdido presente que estaba viviendo, la Generalitat Valenciana la compró en 1985, y tras la última rehabilitación citada, los baños de nuevo han abierto con todo su esplendor para poder ser visitados con una visita guiada, y con ello recuperar parte del esplendor que tuvo antaño.

Con respecto a la construcción propiamente dicha, lo primero que cabe comentar es que la puerta de entrada actual de estilo neo nazarí con un labrado arco de herradura, no es la puerta original, dando paso a un zaguán rectangular no muy grande y de nueva planta con muros de azulejería, y desde él se da paso a la verdadera puerta de entrada original del recinto, a través de la cual se accede a un vestíbulo rectangular de muy grandes dimensiones, que era la zona que se utilizaba para que los bañistas pudieran cambiarse de ropa, además de servir de sala de espera.

Los baños propiamente dichos cuentan con tres salas húmedas. Desde el vestíbulo se accede a la sala fría, «al-bayt al-barid» en árabe, la cual contaba con una pila de agua fría para la higiene personal, y dos pequeñas estancias. Una de ellas era una letrina de madera, a través de la cual, los desechos eran llevados lejos por una acequia. Y la otra pequeña estancia era donde se guardaban las toallas, jabones, cubos y cuanto se necesitaba para el funcionamiento de los baños. En la sala fría se han encontrado restos del pavimento original.

De esta sala se pasaba a la sala templada o tibia, «albayt al-wastani» en árabe, en la cual había agua fría y caliente y era donde se enjabonaban al entrar y, en cierta manera, donde se socializaba al salir.

Y de esta sala se pasaba a la sala caliente «al-bayt al saiun» en árabe, la cual tenía el suelo siempre caliente, ya que las instalaciones contaban con un horno que siempre estaba en funcionamiento con el que se calentaba el suelo de esa sala para que, echando agua fría sobre el mismo, se generaran los vapores calientes necesarios, los cuales una vez cumplido su cometido salían al exterior por dos pares de chimeneas llamadas «escalfadors» situadas en los extremos de la sala.

Las tres salas tenían el techo con una bóveda de cañón, aunque el tercio central de la sala templada tiene una cúpula octogonal. También las tres salas son rectangulares, aunque la sala templada, por muy poco, es la más grande de todas. Además, las tres salas tienen unos tragaluces en forma de estrellas de ocho puntas, contándose hasta diez sólo en la sala fría, los cuales originalmente estaban cubiertos por unos cristales de diferentes colores para que dejaran pasar la luz a la vez que entorpecían la salida del calor. Los muros, para que resguardaran el calor, tenían un espesor entre 60 y 73 centímetros.

Estos baños están construidos a imagen y semejanza de los baños árabes de vapor, llamados «hammân», que son los herederos de las termas romanas, aunque los árabes redujeron bastante el tamaño de estas. Es por esto que, aunque los baños fueron construidos en plena Edad Media, se los considera un ejemplo singular de obra mudéjar, siendo el único o uno de los pocos que se construyeron al estilo árabe.

No dejéis de visitar este gran pedacito de la historia de Valencia en España impregnado de aromas a cultura y tradición.

 
 
 

Fuente:
El Periódico de Aquí

 
 
 
 
     
   
 
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