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ARTÍCULO 442

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CASA NATALICIA DE SOROLLA Y ALGO MÁS

 

 
 

En Valencia contamos con innumerables y grandes nombres dentro de todos los ámbitos de las artes, ya sean escritas, escénicas o plásticas, y es dentro de estas últimas artes donde nuestro personaje central de este artículo se desenvolvió de una manera tan impresionante, que ha pasado a ser uno de los mejores pintores de toda la historia de la humanidad, Joaquín Sorolla Bastida (1863-1923).

Nuestro pintor fue hijo de Joaquín Sorolla Gascón, aragonés de un pueblo de Teruel y, de la joven valenciana María Concepción Bastida Prat. Ambos se establecieron en la entonces llamada, Calle Nueva, una calle bastante estrecha que se inicia en la Plaza del Mercado y acaba en la Calle de los Derechos, la cual actualmente es peatonal y está rotulada como Calle de las Mantas.

En esta calle se asentaron algunos comerciantes venidos de la Serranía y de Aragón, abriendo algunos comercios como «El Caballo», o el de los «Los Gatos» especializado en mantas y colchas. Asimismo, los padres de Sorolla también se establecieron en el número 8 de esa calle, regentando una tienda de tejidos llamada «La tendeta dels sis dits» («La tiendecita de los seis dedos»). La mayoría de los comercios de esa calle estaban dedicados a la venta de productos de invierno como calcetines, bufandas, colchas y en especial mantas, motivo por el cual, la original Calle Nueva con el discurrir del tiempo pasó a rotularse como Calle de las Mantas.

Una vez situado el entorno, llegamos al día 27 de febrero de 1863, día que vio la luz por primera vez Joaquín Sorolla, luz que posteriormente sabría plasmar magistralmente en sus cuadros, luciendo y llevando la luz del mar Mediterráneo y de su Valencia natal por todo el mundo.

Pero por los azares de la vida, los padres de Sorolla, después de haber tenido a su segunda hija, Concepción, tuvieron que trasladarse y fijaron su nueva residencia en la Calle de Barcelona, también en Valencia, y eso hizo que Sorolla nunca más viviera en la casa que le vio nacer, pero le tenía mucho cariño a la misma, así que solía visitarla en sus numerosos viajes a Valencia tras pasear por el Mercado Central y la Plaza Redonda, pues Sorolla estableció su residencia finalmente en Madrid. Mas, su bisnieta Blanca Pons Sorolla, en alguna ocasión ha relatado la historia de que, en uno de esos viajes, estando frente a la casa que lo vio nacer, cogió una baldosa del suelo y comenta que su bisabuelo dijo:

«Sobre esta baldose vine al mundo»

Actualmente esa baldosa se encuentra expuesta en una vitrina en el Museo Sorolla de Madrid.

Los padres de Sorolla murieron cuando él tenía dos años, primero su madre, y tres días después su padre. La hermana de su madre, Isabel Bastida Prat y su marido Juan Piqueres Guillén se hicieron cargo de los pequeños hijos de su hermana.

Su tío tenía una forja en El Grao de Valencia y estaba enseñándole el oficio a su sobrino, pero al ingresar Joaquín en la Escuela Normal de Valencia, el director de la misma Juan Baltasar Perales comprobó las excepcionales dotes para el dibujo que tenía el joven y alentó a sus tíos para que favorecieran que estudiara bellas artes, y estos así lo hicieron, llegando a convertirse el joven, en el impresionante pintor que llegó a ser.

La casa natalicia de Sorolla desde que el pintor dejara de vivir en ella y además, desde que dejara de visitarla, había estado sin identificar de ninguna manera, pero en 1978, Jaime Nácher, presidente ese año de la Falla de la Plaza de Lope de Vega, situada a un minuto de la casa natalicia de Sorolla, tuvo la genial idea de homenajear a Sorolla. Así de esa manera, la falla decidió colocar un mural compuesto por doce azulejos circundado por una ornamentada orla, la cual, en su parte superior izquierda luce el escudo de la falla, en el centro se encuentra una reproducción del autorretrato que pintó en 1909, y bajo él se encuentra la leyenda:

«1863-1923 Casa natalicia del ilustre pintor valenciano Joaquín Sorolla Bastida»

Bajo esta leyenda hay una recreación de un cuadro de Sorolla sobre la «pesca dels bous» («pesca de los toros») y, abajo del todo se encuentra la última leyenda:

«Falla Lope de Vega- febrero de 1978»

Y en la parte inferior derecha se encuentra la firma del autor del mural, el pintor y escultor valenciano Manuel Boix (1942), una de las máximas autoridades en la Escuela de Cerámica de Manises.

Para la inauguración de este mural, se contó con la asistencia del entonces alcalde de Valencia Miguel Ramón Izquierdo (1919-2007) y de la concejal Josefa Ahumada Camps (¿?-2003), las fallera mayores de la falla de ese año y una banda de pífanos. El discurso central del acto estuvo a cargo del jurista valenciano Vicente Giner Boira (1910-1997).

Mas, con el paso del tiempo la casa natalicia de Sorolla junto a dos más colindantes, se convirtieron en el solar donde se levantó un edificio de tres plantas que en la actualidad es el «Flatsforyou Sorolla House», una pequeña torre de apartamentos sin ningún valor histórico. Así pues, bajo el punto de vista de este articulista, aun sabiendo que Joaquín Sorolla tan sólo vivió en esa casa apenas dos años de su vida, se debía haber conservado y restaurado para situar en ella, por ejemplo, el Museo Sorolla de Valencia, ya que el Museo Sorolla como tal, se encuentra en Madrid en la que fuera la casa de la familia Sorolla, siendo su mujer Clotilde García del Castillo (1865-1929), quien tras su muerte, seis años después de su marido, quien cedió su casa y todos los cuadros que disponía de su marido al municipio de Madrid, para que todo el mundo pudiera disfrutar de la obra de su esposo.

Por este motivo, de la que fuera la casa natalicia de uno de los pintores más grandes y representativos de Valencia, no queda absolutamente nada, y tan sólo da fe de ello el mural de azulejos que, tras la construcción del nuevo edificio, y no sin pocos esfuerzos por parte de la falla, se volvió a colocar en la fachada de la nueva construcción entre la puerta de entrada a los apartamentos y una de las dos tiendas que la flanquean, la de la derecha.

Hay ocasiones en que realmente las personas no llegamos a entender de lo que nos estamos deshaciendo hasta que ha pasado algún tiempo, pero cuando lo hacemos, ya es tarde, en ocasiones, muy tarde.

Valencia es sinónimo de grandes pintores, y en ocasiones, de pésimas decisiones.

 
 
 

Fuente:
El Periódico de Aquí

 
 
 
 
     
   
 
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