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ARTÍCULO 436

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A FER LA MÀ

 

 
 

Cada país, región, ciudad, pueblo… tiene unas palabras, unas frases, unos modismos y giros que son propios y totalmente endémicos de los lugares en los que se generaron, aunque con el paso de los años, a veces, sin saber muy bien cómo, estas palabras o expresiones llegan a trascender las fronteras del lugar donde nacieron y se convierten en expresiones de uso común en otros lugares y en otras lenguas.

Y Valencia, en este sentido, cuenta con multitud de expresiones y frases que son totalmente propias, ya sea por el carácter valenciano, abierto, extrovertido, generoso… que genera expresiones como:

«Això ho pague yo»
«Eso lo pago yo»

O, ya sea por el motivo que las llevó a nacer en Valencia, y este último es el caso de la expresión que da título al presente artículo:

«A fer la mà»
Literalmente («A hacer la mano»)

El origen de esta expresión no está totalmente claro y definido a pesar de lo mucho que se ha hablado de él, pero hay una teoría de entre todas las demás que tiene una gran solidez, respaldada por la tradición oral valenciana, y que la mayoría de valencianos y estudiosos aceptan como buena.

Esta teoría dice que, en la antigüedad, cuando Valencia aún era una ciudad amurallada, muralla que se construyó en 1356 y se mantuvo en pie hasta 1865 en que fue derribada, los agricultores que venían desde l’Horta Nort, (la Huerta Norte) debían cruzar los puentes más antiguos que unían esa parte extramuros de Valencia con la ciudad amurallada. Los puentes eran:

Puente de la Trinidad, construido en 1402
Puente del Mar, construido en el siglo XVI (Aunque siempre fue peatonal)
Puente de Serranos, construido en 1518
Puente del Real, construido en 1595
Puente de San José o de La Santa Cruz, construido en 1604

Estos cinco puentes son los más antiguos de Valencia, y fueron construidos con sillares sustituyendo en algunos casos a un puente más antiguo en madera como fue el caso del Puente de la Trinidad. Y en otros casos a unos puentes, también en madera, que fueron destruidos por la gran riada de 1517, como fue el caso del Puente del Real y el Puente de San José.

Estos puentes de sillares no eran excesivamente anchos y, estaban repletos de santos, entre los que destacaré a San Vicente Ferrer, San Luis Beltrán, Santo Tomás de Villanueva, San Bernardo, Santa María de Gracia y San Vicente Mártir.

De esta manera tenemos que, cuando los agricultores pasaban los puentes con sus carros llenos de frutas y verduras, en ocasiones llegaban a romper la mano de algún santo que sobresalía en exceso del conjunto de la escultura.

En ese momento de la rotura de la mano del santo, si el acto había sido visto por algún alguacil de la ciudad, este ordenaba al comerciante que tenía que volver «a hacer la mano» («a fer la mà»), es decir, el comerciante descuidado tenía que encargar que volvieran a reponer la mano del santo, y todo el trabajo debía ser pagado con su propio dinero.

Posteriormente algunos puentes necesitaron ser ensanchados para dar cabida a todo el tráfico que comenzaba a tener la ciudad del Turia. Así, el Puente del Real, por ejemplo, fue ensanchado en 1964. Además, otros puentes pasaron a ser totalmente peatonales, como el Puente de Serranos en 2012. Y, además, algunas estatuas de santos se refugiaron dentro de casalicios, y con todo esto, el efecto de romper la mano a algún santo, dejó de producirse por ese motivo, (el vandalismo es otro tema), pero la expresión se afianzó en Valencia y arraigó fuertemente en el acervo cultural valenciano con las acepciones que ahora veremos.

Otra hipótesis, por citar una más, se basa en la idea de que, en Alcoy, ciudad donde el mar Mediterráneo queda muy lejos, se decía «a fer la mar» («a hacer el mar»), aunque la verdad es que esta expresión de «hacer el mar» queda algo rara, pues, como todos sabemos, el mar no se hace.

Actualmente esta expresión se puede decir con dos sentidos diferentes.

Uno de esos sentidos es la de mandar a alguien muy lejos, es decir, mandar a alguien donde no te moleste y se olvide de ti. Esta expresión suele decirse con cierto tono de desprecio o cabreo. Vendría a ser una expresión similar a la española: «Vete a tomar por saco (culo)». Se dice de esta manera:

«Ves-te’n a fer la mà»
(«Vete a fer la mà»)

La segunda acepción sería para expresar que algo está muy lejos de nosotros, con el agravante, en ocasiones, de que sería bastante complicado de llegar. Esta expresión se suele decir con tono de sorpresa o dejando claro que es imposible llegar hasta donde esté de lo que se hable. Se dice de esta manera:

«Això está a fer la mà»
(«Eso está a fer la mà»)

Mas, al margen de la tradición oral, la primera vez que hay constancia de que esta expresión aparece escrita en un texto literario, fue en un sainete titulado «Sempre hi ha un recort per a Fustero» («Siempre hay un recuerdo para Fustero») de Vicent Borredà (1795-¿?). Aquí dejo un fragmento del mismo en el que aparece la expresión que hoy tratamos.


Che que poc trellat que tens
li diu Adela enfadà
allí vas a fer la mà
y cuant acabes te'n vens
si estas açi, tots contents
allí Deu sap lo que passa
y ell molt sério, sense guasa
només té que la quimera

Aixina que, com va de bo, despuix d’amollar-vos est artícul, hui vos dic, au cacau, esperant que a tots vos haja agradat el mateix.

Valencia es sinónimo de un acervo léxico propio incomparable.

 
 
 

Fuente:
El Periódico de Aquí

 
 
 
 
     
   
 
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