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ARTÍCULO 394

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CASA NATALICIA DE SAN VICENTE FERRER

 

 
 

Lo que hoy conocemos como la Casa Natalicia de San Vicente Ferrer (1350-1419), es una construcción moderna que data de 1955, pero, en este artículo voy a realizar un breve recorrido histórico por esta emblemática casa, punto de encuentro de la fe en San Vicente Ferrer, y que, además, en sus plantas altas alberga el Instituto de Estudios Vicentinos, el cual tiene una enorme biblioteca vicentina, y una Comunidad de Religiosos Dominicos.
Pero, hasta llegar a la actual Casa Natalicia de San Vicente Ferrer, hay que comenzar por situar la casa de los padres de quien fue bautizado como Vicente Ferrer Miquel, quien luego sería conocido como San Vicente Ferrer. La casa de los padres del santo, Guillem Ferrer y Constanza Miquel, en su emplazamiento original estaba situada en un amplio descampado y muy próxima al río Turia donde, en ese momento, había un terminal del tráfico marinero y que, además, estaba frente a la llamada Rambla de Predicadores donde se encontraba lo que fue el Convento de los Dominicos, actual Capitanía General en la Plaza de Tetuán, 22.

La actual Casa Natalicia de San Vicente Ferrer, coincide aproximadamente con la original, la cual estaba situada en lo que en aquel entonces se conocía como el «Camí de la mar» («Camino del mar»), del que hoy nos queda como recuerdo el «Carrer de la Mar» («Calle del Mar»), donde la actual Casa Natalicia de San Vicente Ferrer tiene una fachada, teniendo otra fachada en lo que fue el «Carrer del Fossar de Benimaclet» («Calle del Osario de Benimaclet»), actual «Carrer del Pouet de Sant Vicent» («Calle del Pocito de San Vicente»), que es por donde se accede a día de hoy a la Casa Natalicia de San Vicente Ferrer para ser visitada. Ambas fachadas tienen puerta y son muy similares, con la salvedad de que la de la Calle del «Pouet de Sant Vicent» es algo más pequeña. Y en el ángulo que forman las mismas hay una torre de sillería con troneras en la parte superior y tres ventanas correspondientes a los tres pisos de la construcción.

Con el paso de los años, la familia Ferrer-Miquel nos dejó, y la propiedad pasó a ser propiedad del Hospital de Menaguerra, el cual fue el antiguo Hospital Provincial de Valencia. Mas, en 1496 pasó a pertenecer al Convento de los Dominicos que siempre hubo estado frente a ella, vendiendo estos la propiedad el 13 de marzo 1498 al Gremi de Barreters o Boneters (Gremio Gorreros o Boneteros), Gremio que tenía como Patrono y abogado a San Vicente Ferrer.

No olvidemos que San Vicente Ferrer fue canonizado el 29 de junio de 1455 por el Papa valenciano Calixto III (1378-1458), nacido bajo el nombre de Alfonso de Borja.

Este Gremio levantó una capilla u oratorio en nombre de su Santo Patrón a principios del siglo XVI. Pero a mediados de este mismo siglo el citado Gremio comenzó a acusar una fuerte decadencia, motivo por el que solicitaron al municipio de Valencia que le compraran la propiedad, y así lo hizo el Consejo de la Ciudad en septiembre de 1573. Desde ese momento se instauró la figura del «Capellán de la Casa Natalicia», que debía ser un:

«Prevere de missa, honrat, de bona vida i pràctiques»
(«Presbítero de misa, honrado, de buena vida y prácticas»)

Mas, entre 1676 y 1677 se realizaron unos cambios muy importantes en la Casa Natalicia de San Vicente Ferrer, pues estos cambios tan sólo dejaron la bóveda del oratorio que construyera el Gremio. En el devenir del tiempo llegamos a 1734, año en que se realizó el vistoso frontispicio de la fachada, y en 1755 se volvieron a realizar algunas mejoras de especial relevancia.

Desde ese momento el interior de la casa se fue enriqueciendo con numerosos elementos ornamentales, como pinturas de reconocidos pintores valencianos como Vicente López Portaña (1772-1850), discípulo de Francisco de Goya (1746-1828) que hace referencia al nacimiento del santo, y multitud de azulejería, sobre todo de Manises, con motivos alegóricos a los milagros del santo y otros pasajes de su vida.

En 1915, el Ayuntamiento de Valencia cede la capellanía que había creado a la Orden de los Dominicos, a la cual perteneciera el santo.

El conflicto bélico de la Guerra Civil Española hizo mella en la emblemática casa, haciendo desaparecer grandes obras y casi la totalidad de las construcciones y reformas que se le habían realizado con el paso del tiempo, además, en 1945 el edificio amenazaba ruina, por lo que la casa es totalmente reconstruida con una nueva planta en estilo neo-gótico, reconstrucción que se aprovechó para ampliar la casa y cambiar totalmente la distribución de la misma, adoptando desde ese momento la configuración actual que podemos ver al visitarla. Las obras fueron realizadas por el arquitecto municipal Vicente Valls Gadea, inaugurándose y bendiciéndose la misma el 30 de enero de 1955, con motivo del V Centenario de la canonización de este emblemático y querido santo valenciano.

Así pues, más que de Casa Natalicia, podríamos hablar del lugar donde nació San Vicente Ferrer, el cual desde pequeño ya apuntaba maneras de santo, pues siendo niño, en el pozo de su casa, en aquella época todas las casas solían tener su propio pozo, cuentan las crónicas que realizó uno de sus primeros milagros, el llamado de «La Sabateta» («El zapatito»), por el cual el santo-niño hizo subir las aguas del pozo hasta que estas le ofrecieron al alcance de la mano un zapato que, a un amigo suyo se le había caído al pozo

Al visitar la Casa natalicia de San Vicente Ferrer, llegamos a una entradita que en origen era un patio descubierto. En la pared frente a la puerta de entrada encontramos una fuente con cuatro grifos que surtía agua de un pozo del cual le cortaron el suministro en 1975, al construir un edificio en la actual Plaza de Tetuán, pero desde ese momento, para que los grifos pudieran seguir vertiendo agua, fueron conectados a la red de suministro general de agua de la ciudad.

En la planta sótano encontramos el pozo en el que San Vicente obró el citado milagro de «La sabateta», y cuentan las crónicas que cuando el santo tuvo que abandonar su Valencia natal para realizar su labor evangelizadora dijo:

«Os dejo este pozo, que jamás se agotará y cuyas aguas os serán de gran consuelo».

Y así fue y así se puede ver y leer en uno de los mosaicos interiores de la casa realizado en azulejería:

«Durante la epidemia del cólera morbo, en 1854, suministró este pozo la cantidad de 159.976 cántaros de agua, transportándose por el ferrocarril 45.900».

A través de la Casa se accede a la capilla y a través de ella a la iglesia, teniendo todas las estancias una gran historia y multitud de piezas de arte, mereciendo todo el conjunto una visita tranquila para poder saborear a gusto y a fondo todo lo que este enclave histórico-artístico-religioso nos puede ofrecer.

Valencia es sinónimo de cultura y patrimonio en todas sus vertientes.

 
 
 

Fuente:
El Periódico de Aquí

 
 
 
 
     
   
 
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