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ARTÍCULO 368

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LA DESVEGÜENZA EN GRADO SUPERLATIVO

 

 
 

Si no teníamos claro que gran parte de las medidas y directrices que están tomando nuestros políticos actualmente no tienen nada o poco que ver con la alerta sanitaria provocada por la pandemia del coronavirus, imponiéndonos en los últimos meses, ya casi un año, una medida tras otra a cual más restrictiva y quizá más absurda que la otra, la Generalitat de Cataluña nos lo ha dejado claro al convocar las elecciones al Parlamento Catatán el 14 de febrero de 2021, en plena pandemia. (Ya no recuerdo en qué ola de ella estamos).

Una de las medidas más ineficaces es el toque de queda a una hora en concreto, o peor aún, variando la hora del toque de queda según el día de la semana o las fiestas que se han ido sucediendo, pues como ya comenté en un artículo anterior, el virus no sabe en qué día y hora se encuentra, ni si los humanos celebramos la Navidad o no. Un virus ataca siempre o no acata nunca, pero no lo hace selectivamente según el día y la hora en que nos encontremos.

Estas son unas medidas arbitrarias que buscan que los jóvenes que se reúnen para hacer sus fiestas no lo hagan porque con ello provocarán ese apocalipsis en el que todos pereceremos bajo el impío estigma esférico del coronavirus. Pero, como es sabido, el transporte público con su aforo máximo permitido de 70 plazas no va a ser el provocador de ningún apocalipsis, pues el virus detecta en todo momento cuándo un joven está de fiesta y cuando coge el transporte público para ir a la Universidad.

De igual manera, hasta que han vuelto a cerrar la hostelería, hundiendo este sector en la más absoluta miseria, las mesas y sillas debían ser desinfectadas entre clientes para que un cliente no transmita al siguiente el coronavirus, pero en la sala de espera de algunos centros hospitalarios, como la que hay en el hall de entrada del edificio de cirugía del Hospital General de Valencia, las personas que esperan ser operadas y sus acompañantes se sientan y se levantan según conviene a sus necesidades, ocupando numerosas personas durante todo el día los mismos asientos sin ser desinfectados cada vez que una persona se levanta del mismo.

Esto debe ser porque el coronavirus sabe perfectamente que quien se toma una caña en un bar debe ser estigmatizado y marcado en la frente con la leyenda:

«Reus infecerit me» («Culpable de contagiarme»)

Pero quienes habitan la sala de espera citada durante unas horas no te pueden transmitir nada, pues el virus sabe que no te debe contagiar.

Tenemos un virus muy inteligente, o igual unos políticos muy espabilados que nos quieren hacer vivir en un mundo de terror y culpabilidad.

Y para que lo dicho quede perfectamente ejemplarizado la Generalitat de Cataluña nos ha dado la respuesta a todo cuando expongo, al realizar las votaciones al Parlamento catalán, pues los llamados a las urnas podrán acercarse a votar sin ningún tipo de problema. Aunque cierto es que están promoviendo el voto por correo un poco más que en otras ocasiones.

Pero lo más sangrante es que este mismo gobierno autonómico de la citada región de España, con el beneplácito del gobierno central, va a permitir «eludir el confinamiento municipal» para acudir a los mítines de la campaña.

Esto quiere decir que un joven sentado en una mesa de un bar está siendo el transmisor del apocalipsis, y si se reúnen en una fiesta son poco menos que la maldad personificada, pero si va en un transporte público no pasa nada y, además, si acude a un mitin, no es que no pasa nada, sino que seguramente será muy bien valorado pues estará apoyando a su partido.

Esta medida de la Generalitat de Cataluña, además de arbitraria, electoralista, oportunista… va en contra de todas las medidas que hasta ahora se están tomando (con mayor o menor fortuna), para detener la pandemia y, además, sienta las bases de actuación para el futuro próximo, pues nos están indicando que nos podemos reunir siempre que sea en nombre de un partido, siempre que vayamos a un mitin.
Así pues, como dice el saber popular, que es muy listo:

«Hacer como te hacen no es pecado»

De esta manera cualquier grupo de personas, tomando la directriz marcada por el gobierno catalán, a partir de este momento no debe ir al bar a almorzar, pues es pecado de muerte y motivo de represión policial. Ese grupo de personas debe reunirse en el bar para escuchar un mitin político que va a realizar uno de los miembros del grupo, ese que siempre sabe más de política que todos los demás juntos.

Y los bares y restaurante no deben cobrar el almuerzo, pues eso sería ir en contra de la normativa vigente restrictiva de tus libertades. Los bares y restaurantes deben cobrar un alquiler por la sala para impartir o escuchar el mitin que se debe abonar al acabar el mismo y salir de su local. La política actual nos está enseñando a utilizar bien los eufemismos.

La clave no es ir en contra de las normas, eso nunca, sino aprovecharse de las oportunidades que nos brindan quienes las dictan cuando realmente son arbitrarias y van en contra de toda lógica que, en este caso de la Generalitat, dista mucho de ser una lógica sanitaria.

Bares y usuarios de bares, la clave no es servir o consumir tapas, la clave es hacer un mitin en el bar y mientras lo oyes, pues… te comes las tapas, un bocadillo o lo que sea menester.

Despierta España, hay mucha basura que limpiar, y mucho que reconstruir.

 
 
 

Fuente:
El Periódico de Aquí

 
 
 
 
     
   
 
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