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ARTÍCULO 355

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SAN AGUSTÍN: LAS TRISTES PARADAS ABANDONADAS

 

 
 

Había una vez dos paradas de autobús, antaño extremadamente utilizadas que, por la mala gestión del equipo que ideó la remodelación de la Plaza de San Agustín de Valencia, se han quedado solas, tristes, abandonadas en medio de una desolada nada y por eso lloran y lloran… Y cuenta la leyenda que, en las silenciosas noches cuando la ciudad está en calma, su llanto se oye hasta el último confín de Valencia y el mismo se te cala en todos huesos como una melancólica canción que pone de manifiesto la ajetreada vida que tuvieron y lo que llegado a ser, unas tristes paradas abandonas en medio de una ciudad con una intensa actividad.

Esto podría ser el inicio de un cuento, con o sin moraleja, si no fuera porque esta triste realidad se ha manifestado en Valencia para asombro y tristeza de propios y extraños.
Me estoy refiriendo a la última remodelación que le han realizado a la Plaza de San Agustín, que bien parece haber sido apresurada e improvisada, como si hubieran tenido prisa por hacerlo mal, pues tantos errores estéticos y funcionales es casi imposible de alcanzar, y digo casi porque no llega al nivel de desastre de la remodelación de la Plaza del Ayuntamiento, la cual en los últimos años, se lleva el primer premio de los cambios que se han hecho en Valencia que no han sido verdaderas remodelaciones, sino cerrar calles a la brava sin ningún tipo de miramiento por la estética, la funcionalidad y el impacto en el casco antiguo de Valencia, donde todo está ahora más lejos que antes o simplemente no se puede acceder y, además, el objetivo que imagino pretendían, conseguir hacer de la plaza más representativa de Valencia un centro de reunión y esparcimiento de todos los valencianos, evidentemente no lo han conseguido, hasta el punto que, sólo hace falta dar una vuelta por ella para poder comprobar que mayoritariamente las personas continúan siendo fieles a las aceras, pues tal cual está diseñada actualmente la plaza, no es atrayente para que se pasee por ella con ánimo de solazarse con ese paseo.

El único colectivo que ha salido ganando es el de los usuarios de los monopatines, que, a la vez, hacen que pasear por la plaza se haga más complejo. Sin comentar que llegar ahora a los puestos de flores con tu coche en un momento para comprar unas flores es casi misión imposible.

Pero volvamos a la plaza de San Agustín y antes de nada debo decir que, me parece genial abrir una plaza peatonal en uno de los laterales de la iglesia de Santa Catalina y San Agustín, más conocida como la Iglesia de San Agustín, un impresionante templo católico en estilo gótico valenciano, el cual es uno de los mayores representantes de este estilo propio de Valencia, para que las personas podamos disfrutar de tan bello patrimonio con calma y serenidad y, degustando todos sus bellos detalles. Además, esta plaza peatonal es genial para que los actos multitudinarios que en ella se realizan, dispongan de un gran espacio para poder obrar con holgura y libertad.

Pero lo que no nos parece genial a nadie, es el nivel de chapuza que se ha utilizado, «Nivel Dios», para la resolución de la peatonalización de tan emblemática plaza de Valencia, pues la remodelación, al igual que la comentada de la Plaza del Ayuntamiento, no ha sido unas remodelaciones como tal, sino más bien un ejercicio de cerramiento de acceso con vehículo a la misma casi total, acompañado de unos kilos de hormigón (o como quiera que le llamen al compuesto utilizado).

En la «antigua» Plaza de San Agustín, había una playa de embarque de autobuses, donde paraban bastantes líneas, tanto en el centro de la plaza como en uno de sus laterales, constituyendo un verdadero punto de referencia para utilizar el transporte público.

Y quien haya paseado por la «nueva» Plaza de San Agustín, habrá podido comprobar que al margen de haber dejado en uno de sus laterales una sola vía de acceso con vehículos, también han dejado algunas paradas de autobuses en esa única vía de acceso a la plaza.
Pero lo que es del todo inadmisible, pues pone de manifiesto la ineficacia del equipo encargado de la remodelación de la plaza, es que no hayan hecho bien sus deberes y, que eso sea motivo de mofa por parte de todas las personas que visitan la plaza, y ya no sólo porque no hayan quitado las aceras donde se situaban los peatones para esperar y acceder a los autobuses y en su lugar hayan rellenado con algún compuesto las calles de acceso por donde circulaban los autobuses para nivelarlas con las aceras, dejando visible con total claridad las calles, las aceras, los bordillos y todo el entramado que había, sino que hay algo mucho más gravoso que daña la vista cada vez que lo miras, pues, el equipo que proyectó el diseño de la «nueva» Plaza de San Agustín, no proyectó quitar las dos grandes paradas de autobús con sus grandes marquesinas, que había en ella, ¡verdaderamente todo un canto a ineptitud!

Así pues, como decía al inicio del artículo, en medio de una plaza peatonal, que brilla por la ausencia de toda estética y funcionalidad, hay dos inmensas paradas de autobús a las que no llegan autobuses, careciendo de toda utilidad y afeando la plaza en su conjunto hasta el extremo que bien pareciera que el Consistorio valenciano estuviera compitiendo consigo mismo para ver qué remodelación es la más fea, insulsa, inadecuada e incluso en algunos casos inútil.

Tras la ortopédica desviación de la Avenida de Las Germanías, el ictus que han provocado en la Calle de Colón, la desastrosa remodelación de la Plaza del Ayuntamiento y la ridícula remodelación de la Plaza de San Agustín, estoy temblando tan sólo con pensar con qué nos va a volver a sorprender de nuevo nuestro actual Consistorio.

Despierta Valencia, hay mucho que reconstruir.

 
 
 

Fuente:
El Periódico de Aquí

 
 
 
 
     
   
 
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