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ARTÍCULO 338

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FERIA DE JULIO DE VALENCIA: LA GRAN FERIA DE VALENCIA

 

 
 

Si en Valencia hay algo que reluce más que el sol, y ya es decir, es nuestra querida, entrañable y tradicional Feria de Julio, también llamada, sobre todo en sus inicios, la Gran Feria de Valencia. Pero de igual manera, si hay algo que este año está teniendo más relevancia que cualquier otra cosa, es la pandemia derivada del Coronavirus (Covid-19), pues por culpa de ella, todos los actos culturales se hayan suspendidos desde el pasado nueve de marzo, y nuestra querida Feria de Julio, símbolo de la cultura del pueblo valenciano, pues con ella hemos crecido todos los hijos de Valencia, también ha sufrido este año su cancelación.

Mas, la Gran Feria de Valencia, tiene sus orígenes entroncados intrínsecamente con las corridas de toros que se celebran en julio, las cuales se celebraban exactamente los días 23, 24 y 25. La fiesta taurina siempre ha estado muy arraigada en España y también en Valencia, y en aquella época, desde que se crearon las líneas de trenes Valencia-Játiva y más tarde alguna otra, los aficionados a los toros venían a Valencia a ver torear a sus ídolos. Pero, tras acabar las corridas, tanto la burguesía valenciana como los forasteros, buscaban otros lugares para pasar el estío como El Cabañal junto a la playa, o Godella en el interior, haciendo que Valencia se quedara sin todas esas personas que podían «dejarse los cuartos» en ella.

Así, con esta situación, en 1871 unos concejales decidieron presentar una ideal al Excelentísimo Ayuntamiento de Valencia, siendo su alcalde Vicente Barberá y Villegas (¿?-1886), con la cual pretendían promocionar turísticamente Valencia, y que el dinero que se iba a engrosar las arcas de otros lugares se quedara en Valencia.

Esta propuesta fue la de crear una feria anual junto con una exposición de productos valencianos. La idea fue muy bien recibida por todos y se decidió llevarla a cabo, y para ello en mayo de 1871 nombraron al concejal Mariano Aser, asesinado en 1873, para que desarrollara la misma. Además, también incluyeron en la organización del proyecto a instituciones y entidades diversas, y además, a la prensa valenciana, pues desde siempre un buen sistema de promoción ha sido la piedra angular de cualquier proyecto.

Para situar la feria, como no podía ser de otra manera, buscaron un lugar próspero y elegante que estuviera a la altura de los objetivos el proyecto, y decidieron situar la feria en el Paseo de la Alameda, que en ese momento era una de los lugares más representativos de Valencia, aunque para poder llevar el proyecto a cabo, tuvieron que sortear algunos problemas que se fueron resolviendo sobre la marcha en gran medida gracias a José Campo Pérez (1817-1889), más conocido como el marqués de Campo, el cual se convirtió en uno de los mas grandes benefactores que ha tenido la feria en toda su historia.

La materialización de la Gran Feria de Valencia ya se había iniciado, y a pesar de todos los problemas para su puesta en marcha, como lo fue el alumbrado en la Alameda, pues esto superaba los 12.000 reales que tenían de presupuesto, y los pocos meses que tuvieron para la ejecución del proyecto, en julio estaba funcionando para aprovechar las tradicionales corridas de toros y toda la gente que venía para verlas.

Pronto la Gran Feria de Valencia contó con la participación de los Gremios, muy potentes en aquel entonces; los pirotécnicos, que vieron una nueva oportunidad, además de las Fallas, para poder disparar sus fuegos artificiales y multitud de entidades más como los bomberos, que realizaban demostraciones de sus nuevas tecnologías en vivo apagando algún incendio provocado por ellos.

Una de las atracciones estrella de la Gran Feria de Valencia eran los pabellones, donde venían a cantar los más prestigiosos cantantes y grupos de la época mientras que los visitantes cenaban y bailaban sus melodías.

Aunque el pabellón por excelencia, fue el que el Ayuntamiento de Valencia terminó de construir en 1926 de la mano de los arquitectos Carlos Cortina y Bernardo Gómez, llamado Pabellón Municipal, el cual era una impresionante edificación que se elevaba sobre una terraza de 14x33 metros sostenidos por pilastras, y que constaba de tres cuerpos rematados por unas impresionantes cúpulas de cristal, siendo la central la más grande y llamativa con una altura de 23 metros.

A la parte superior se accedía por dos generosas y bellas escalinatas, a través de las cuales se llegaba a un salón que constituía una terraza que medía 28x5 metros y que el Ayuntamiento utilizaba para realizar todo tipo de recepciones.

Durante muchos años este pabellón fue sinónimo de burguesía, dinero y gente de poder que eran las que mayoritariamente frecuentaban esta edificación.

En 1973 el pabellón fue trasladado a los Jardines del Real, más conocidos como los Jardines de Viveros por haber sido utilizado este jardín en 1903 por el Ayuntamiento de Valencia como vivero de árboles, donde su abandono comenzó a ser notorio al no cumplir ya con la misión para la que fue construido, siendo su verdugo los fuertes vientos que azotaron Valencia en 1981, año en que se desplomó quedando parcialmente destruido.

Otro de los grandes hitos que nos trajo la Gran Feria de Valencia, fue la llamada Batalla de Flores, incorporada a las fiestas feriales en 1891 de la mano de Pasqual Frígola Ahís Xacmar i Beltrán (1822-1893), barón de Cortes de Pallás y además, presidente de Lo Rat Penat (Asociación de Amadores de las Glorias de Valencia), entidad señera en todo lo referente a Valencia, sus tradiciones, su lengua y su cultura, y además, creadora, promotora y mantenedora de multitud de grandes eventos que, como este han llegado hasta nuestros días como la citaba Batalla de Flores, o los Juegos Florales de Valencia.

La Batalla de Flores de Valencia, celebrada siempre el último domingo de julio, es el desfile de estas características más antiguo de España, el cual recorre con serena elegancia, festividad y emotividad, el emblemático Paseo de la Alameda. En un principio este desfile floral lo componían carrozas magistralmente adornadas y engalanadas con todo tipo de flores, adornos y ornamentos, pues con estas carrozas la alta burguesía, que era la que principalmente participaba en el desfile, mostraba su poder económico y social, luciendo las mujeres unos impresionantes vestidos y todo tipo de joyas y complementos. Bastantes años más tarde se popularizó el desfile, abandonando la alta burguesía la participación en el mismo, siendo este el formato que conocemos en la actualidad.

La feria con el devenir del tiempo ha conocido diversos emplazamientos con mayor o menor fortuna e incluso ha pasado por algunos años de horas bajas que incluso podría haber peligrado su continuidad, pero no fue así y en la actualidad es una de las ferias más grandes que se instalan en España, contando la misma principalmente con las atracciones típicas de feria con sus coches de choque, su tren de la bruja, y sus casetas para poder hacer blanco en multitud de dianas con rifles, aros y mil cosas más. Su noria, cada año más alta que el anterior y en los últimos tiempo incluso con montaña rusa e innumerables atracciones más, sin olvidarnos de los restaurantes montados en la misma donde se pueden degustar todo tipo de platos y vinos, tanto valencianos como de otros puntos de nuestra geografía, y las típicas casetas de todo tipo de dulces que hacen las delicias de niños y no tan niños.

La diversión es parte indisoluble de la cultura, por tal motivo y siempre…

Valencia es sinónimo de cultura.

 
 
 

Fuente:
El Periódico de Aquí

 
 
 
 
     
   
 
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